APÓCRIFOS
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   Libros que circularon en los primeros tiempos cristianos en torno al mensaje de Jesús y que la Iglesia no reconoció como inspirados.
   También los hubo en la literatura del Antiguo Testamento y se divulgaron por algunos ambientes, como fruto del roce entre la cultura griega extendida por Alejandro Magno en el s. III a de Cristo y los ecos de las culturas orientales, tanto babilónicas y persas como egip­cias.
   Ambos, los judíos y los cristianos, revisten cierto carácter oculto (en griego apo-kryphos es oculto), y encie­rran mu­chas veces tradiciones de los primeros tiempos que han pasado a las creencias posteriores, tanto judías como cristianas.

   1. Datos

   1.1. Del Antiguo Testamento

    No son muchos, pero existen escritos en los tres siglos anteriores a Cristo y algunos de los años inmediatos del cristianismo.
   Tales son el libro de los Jubileos, el 3 de Esdras y el 3 de los Macabeos, la vida de Adán y Eva, el Apocalipsis de Moisés, Testamento de los 12 Patriarcas, el Libro de Henoc, la Asunción de Moises, etc. Se acercan a 40 los que existieron entre los siglos III a de C. y III de nuestra era.
   Los especialistas los suelen agrupar en tres géneros: los históricos, los didácticos y los apocalípticos.
   Hay algunos especialmente interesantes sobre temas judíos que aportan infor­mación valiosa sobre ideas que se fueron abriendo camino en el judaísmo tardío: escatología, supervivencia, responsabilidad personal, culto interior, etc.
 
    1.2. Del Nuevo Testamento

    En total hay unos 200 textos diferentes conocidos de los primeros cuatro siglos.  Se suelen agrupar en varios tipos:
   - Evangelios. Se centran en la figura de Jesús y en los Apóstoles: Evangelio de los Hebreos, de los Egipcios, de los Ebionitas, de Matías, de Felipe, de Bartolomé.
   - Hechos apostólicos, de Pedro, de Pablo, de Andrés, de Felipe, de Juan, de Tomás, etc.
   - Epístolas atribuidas a diversos apóstoles, incluso a Cristo: Cartas entre Cristo y el rey de Edesa, Abgar, Epístola a los de Laodicea, a los de Alejandría... otra a los de Corinto. etc.
   - Apocalipsis diversos, como el de Pedro, el de Juan, el de Esteban, el de María, etc. Siguen los rastros del Apocalipsis verdadero e imitan su estilo.
    Todos estos textos interesan como curiosidad histórica y sirven para recordar que los textos sagrados, Evangelios, Cartas, Hechos y Apocalipsis, afloraron en me­dio de un gran interés literario.  En ese bosque de escritos y de textos diversos, el verdadero grupo de los escri­tos inspirados fue abriéndose camino, defendido por la sabia enseñanza de los grandes Padres del cristianismo.
   La mayor parte de los textos apócrifos largos son de la segunda parte del siglo III y del siglo IV. En la Historia de la Iglesia tienen especial importancia los textos que proceden de grupos cristianos animados por las diversas culturas que se extendían por la zona oriental del Imperio romano: Asia, Grecia, Siria, Egipto.
 
 2. Tipos y estilos

   Los más interesantes en la catequesis cristiana son los que, en épocas muy antiguos, ya hablan de forma interesada sobre la figura de Jesús.
   Entre estos libros hay algunos en forma de Evangelio o relatos referentes a la vida de Jesús. Multiplican los datos fan­tasiosos y con frecuencia ingenuos.
   Se distinguen los llamados Evangelios de la Infancia, que suelen tener un inte­rés peculiar por la infancia de Jesús.
   Hay otros textos en forma de Epísto­las, de Hechos de algunos apóstoles (To­más, Felipe, Pedro, etc.) y también algún Apocalipsis;
   Y hay algunos textos, sobre todo los llamados Evangelios gnósticos, que pretenden armonizar la figura y el mensaje de Jesús con las doctrinas de algunas corrientes tardías del platonismo, que era dualista, dialécti­co y mítico, y se extendió sobre todo por Asia Menor y Egipto.
   Algu­nos de estos textos, como el Evangelio según los Hebreos, tuvieron cierta extensión y se hallan citados por los primi­tivos escritores cristianos (Orí­genes, Tertuliano, Eusebio de Cesarea).
   Otros pertenecían a grupos reserva­dos, especie de sectas que proliferan en los primeros tiempos. Tales son los en­contra­dos en Egipto en un portentoso descubrimiento en Nag-Hammadi en 1945 y que recoge 13 libros copiados en el siglo IV procedentes del siglo I y II.
   Títulos como Evangelio de Felipe (s. II), Evangelio de Tomás (hacia el 140), E­vangelio de los Egipcios (s. III), Evangelio de María Magdalena (s. IV), Diálogo del Salvador s. IV), Sabiduría de Jesucristo (s. III), Hechos de Pedro y de los doce apóstoles (fines del II) etc. Indican los intereses y temas prefe­ren­tes que preocupaban a algunas comu­nida­des cristianas de Siria, de Palestina, de Asia, de donde procedían)
   Los textos de Nag-Hammadi se solían leer en las asambleas y, como la Epístola de Eugnostos hallada entre ellos, influían fuer­temente en la piedad y en la vida de los reunidos.

   3. Valor cristiano

   Algunos apócrifos son los primeros testi­monios escritos de algunas de las tradi­ciones y celebraciones cristianas primitivas: Asunción de María, procesio­nes ceremo­niales, fiesta de la Epifanía, etc. En estos escritos encuentran resonancia y, antes que los grandes escrito­res cristianos nos hablen de ella, sabe­mos por los apócrifos que se conocen en diversas cristiandades.

   La Historia de la Infancia de Tomás y los Hechos de Pilatos, la Hija de Pedro o la Infancia de Jesús parecen hechos para llenar con fantasías los huecos narrativos que los cristianos advertían en las histo­rias y recuerdos del paso de Cristo por la tierra.
   Especial importancia tienen algunos textos de inspiración escatológica y apocalíptica que aludían a la pronta venida del Señor y a las realidades del más allá, campo que siempre estuvo propenso a fan­tasías y especulaciones, sobre todo sobre el poder del mal y del enemigo Satán.
   Entre los apócrifos, los más conocidos son el libro de Enoc y el Segundo libro de Esdras.


   Algunas de las sectas que más usaron los libros apócrifos fueron la cuna de los primeros errores o herejías sistematizadas que atormentaron a la Iglesia a partir del siglo II. Usaron con profusión estos textos, cuando no fueron ellas mismas las fuentes donde surgieron.
   Debemos recordar que Siria y Palesti­na a finales del siglo I se hallaban en la con­fluencia del Imperio romano con las culturas que venían de Oriente. El dualismo de las religiones per­sas, de modo prepon­derante del zoroastrismo, no podía dejar de tentar a los primeros cristianos más cultiva­dos en las letras y en las artes.
   Podemos recordar entre los gnósticos cristianos más importantes al hereje Valentín y a su discípulo Tolomeo, que fueron influyentes en la Iglesia de Roma durante el siglo II.
   Resulta interesante observar cómo fueron precisamente esas herejías y herejes los factores que provocaron el estudio y de­fensa de la verdad cristiana y ayudaron con sus ataques y disensiones a clarificar la doctrina cristiana.
   Al ser la cultura muy diversa entre las comunidades y sobre todo al ser los primeros convertidos más bien gentes sencillas y poco eruditas, las supersticio­nes se albergaban fácilmente en ellos, lo que fomentaba la literatura apócrifa.

   4. Importancia en catequesis
 
   Al catequista le interesan estos escritos, como a cualquier cristiano, por ser libros primitivos y recoger datos, sentimientos y tendencias de los siglos iniciales del cristianismo.
   Nada añaden ni quitan a la fe eclesial de los cristianos, a la doctrina que es el objeto de la catequesis. Pero resultan interesantes como manojo de leyendas y de relatos. Incluso se les debe reconocer su alcance testimonial sobre fiestas, creencias, tradiciones, celebraciones y algunas plegarias litúrgicas.
   Por lo demás, no son iguales en importancia, para apreciar las referencias primitivas. Su interés no se halla en la doctrina, que en nada aclara, añaden o precisan lo que se halla contenido en los Evangelios canónicos. Está más bien en el alcance, las formas expresivas y los relatos que recogen.
  Por eso el catequista puede usarlos, pero no en el mismo rango que los cuatro Evangelios inspirados.

  

 

 

  

 

 

Martirio de Zacarías, esposo de Isabel,
Una de las creencias pasadas en Apócrifos del siglo II

Y la adoración de los Magos con sus dones,
 en el Apócrifo Evangelio armenio de la Infancia