|  |      Del término romano "calendas" o  jornadas iniciales de cada mes de laño romano. Se puede definir como sistema  o computo de los días y de los tiempos, según diversos criterios (lunar,  solar, estacional).Los modos de contabilidad han dependido de  cada cultura. En el Mediterráneo se extendió el calendario romano, que tenía  10 meses. Con Julio César pasó a tener 12, con un total de 365 días y alguna  variación cada cuatro años.
 En el Oriente, incluidas las referencias  bíblicas, el calendario fue lunar, por influencia de los persas que se  fundaban sobre todo en las fases lunares.
 Desde la reforma juliana, el 48 antes de C.,  el calendario se desfasó 10 días en el cómputo con relación al ciclo astronómico.  Por ello el Papa Gregorio XIII promulgó el año 1528 una reforma (calendario  gregoriano) para toda la cristiandad. El 4 de Octubre pasó a ser el 15 y se  determinó que no fueran bisiestos los años terminados en dos ceros, salvo que  fueran múltiplos de 4. Es el calendario actual en Occidente. Al no  aceptar la medida pontificia, las Iglesias Orientales siguieron con el anterior,  descolocando las fiestas (la Pascua) en once días.
    Tampoco es equivalente el calendario  mahometano, que comenzó a computar en referencia a la hégira o huida de Mahoma  de la Meca. Ni lo es el que rige en algunos países asiáticos, que se rigen por  las normas religiosas o sociales de diversas confesiones.
 También  interesa recordar la existencia del "calendario litúrgico" de la Iglesia cristiana, el cual se rige por las celebraciones festivas. Comienza  el nuevo año con el 1º domingo de Adviento y continúa por todo el período  navideño. La cumbre está en las celebraciones religiosas de la Semana Santa y de la   Pascua, para terminar los domingos  ordinarios hasta el nuevo adviento.El Concilio Vaticano II declaró, en nota  anexa al Decreto "Sacrosanctum Concilium", que la Iglesia no se  opone a las variaciones del calendario y al establecimiento de un  "calendario civil", si esto se decidiera por las naciones, con tal de  que la Pascua se fije en un domingo que sea aceptable también para las Iglesias  orientales y de que se respete la semana de siete días con el domingo como día  de descanso y de plegaria de la comunidad creyente.
   
 
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