Carne.
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    En ascética, y por influencia del voca­bulario bíblico sobre todo de San Juan y de San Pablo, el término carne hace referencia al cuerpo unas veces y a sus fuerzas instintivas en ocasiones. En el Antiguo Testamento suele referirse al conjunto de los seres vivos, entre los cuales está el hombre. Pero también acoge animales de todo tipo, de “toda carne”.
   Se contrapone a espíritu y se identifi­ca con las inclinaciones sensibles (instintos), sobre todo hacia el placer (concupiscencia) de la alimentación o de la reproduc­ción.
   157 veces se usa el término carne (sarx) en el Nuevo Testamento, de las cuáles 18 se hallan en los escritos joánicos, como referencia de lo opuesto al espíritu. Un centenar de veces apare­ce en los textos paulinos, como concepto sinónimo de cuerpo, de hombre vivo o de tenden­cia instintiva y fuerza vital.
   En catequesis es bueno ampliar el concepto de carne y no reducirlo a la visión dualista y maniquea de cuerpo en cuanto sede de inclinaciones orgánicas, sobre todo sexuales. Con frecuencia se usa así en la ascética cristiana, pero no deja de ser una visión pobre y peyorativa de lo que es natural y de lo que debe ser santificado por el cristiano inspirado por la doctrina cristiana sobre el hombre.