Creatividad
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   Concepto psicológico que alude a la cualidad de la inteligencia humana de ser creadora de situaciones nuevas. Es idea promocionada desde la psicología y sobre todo en base a la pedagogía y a la inquietud por hacer al hombre más libre en el pensamiento como lo es en la vida.

   Pero en diversos terrenos ya fue estudiada por diversidad de pensadores interesados por la energía original de los genios en las artes, las ciencias, la música, la literatura.
   La creatividad ha sido relacionada, especialmente desde el Renacimiento, con las bellas artes. El interés por estudiar este rasgo del hombre viene de lejos: Bardieff, Chateaubriand, Freud, Binet, Karl Jung, etc. La idea común se asentaba en la creatividad como don natural al servicio del progreso.
  En el aspecto psicopedagógico interesa resaltar su dimensión humana. Ya en 1860 aparecía un libro de Galton con el título "Hereditary Genius". En 1892 Burnham señaló la necesidad de diferenciar imagi­nación reproductora e imaginación crea­dora. Simpson en 1922 constru­yó un test para medir habilidad creativa y la definió como la capacidad de apar­tarse de la secuencia común de pensamiento. Spearman, hacia 1930, defendía la exis­tencia de una capacidad creativa que podía aplicarse a diversos conteni­dos: sensoriales, ideacionales, etc.
    Wertheimer interpretó la creatividad en el contexto de la teoría de la Gestalt, y para él, el proceso creador implicaba el pasar de una situación estructuralmente inesta­ble o insatisfactoria y otra construc­tiva para sí y para los demás.
   El término se popularizó desde la conferencia del psicólogo de Harvard Joy Paul Guilford en 1950, titulada "Creativity". Con ella originó una explicación del llamado pensamiento divergente, nece­sario en los tiempos actuales, sobre el pensamiento convergente, propio de las culturas estables.
   El pensamiento divergente o creativo se empeña en buscar nuevos plantea­mientos y nuevas soluciones para los problemas de la vida. Es novedoso, diná­mico y original; viene promovido por la imaginación creadora. Es hoy más necesario que el convergente, repetitivo, orgánico y acumulativo, el cual está alentado por la memoria.
   Los niveles de creatividad o capacidad de respuesta original, según Guilford, son diversos y van desde la simple originali­dad hasta la genialidad, pasando por la inventividad, la investigación o la produc­tividad. Y los campos en los que se manifiesta la fuerza creadora son múltiples y van desde el musical, el plástico o el dinámico hasta el pictórico, escultórico o arquitectónico, pasando por el literario, el filosófico, el social o el científico.
   Los estudios de Guilford y sus libros posteriores, sobre todo "Estructura de la Inteligencia" y su concepto factorial de la mente (con conteni­dos, productos y operaciones) se divulgaron mucho y formaron la escuela creativista que tuvo su mayor resonancia en los modelos educa­tivos de la segunda parte del silo XX.
   Con todo la idea de Guilford no fue más que un eslabón entre los diversos autores creativistas. El movimiento se vio engro­sado con interesantes investi­gado­res como Taylor que en 1959 señalaba los cinco nive­les diferentes: a) la creatividad expresiva, sin referencia a la calidad del producto; b) la creatividad productiva, que implica la producción de un objeto; c) la creatividad inventiva, que requiere el nuevo uso de viejas partes; d) la creativi­dad innovadora, cuando se desarrollan nuevas ideas o principios; y e) la creatividad naciente, que requiere la "capacidad de absorber las experiencias que son co­múnmente aportadas y, a partir de ello, produce algo que es total­mente distinto".
   En catequesis y en educación religiosa la visión del hombre creativo es de suma importancia y preferible a la del hombre receptivo y pasivo. Hay que entender que el catequizando no es un consumidor de doctrinas sino un creador de vida espiritual. Si en el mensaje recibido no se puede inventar nada nuevo en lo esen­cial, en los cami­nos didácticos para ex­ponerlo y compartirlo, en los psicológicos para comprenderlo y asimilarlo y en los espiritua­les para expresarlo, hay que hacer hombres fuertes y creyentes para el mañana y no simples niños, dóciles y crédulos, que se apoyan sobre todo en el ayer.