Culto
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    Conjunto de actos y actitudes del hom­bre en relación a la divinidad. En un sentido general engloba todo lo que se refiere a la relación de la criatura con el Creador. Y en un sentido estricto se refiere a todo acto de adoración, de sacrificio, de plegaria y de reconocimiento de dependencia de la divinidad
    El concepto es equivalente a lo que se ha cultivado (del latín "cultum", lo cultivado) y se refiere a lo que se va haciendo o se presenta para reconocer la soberanía absoluta de Dios y rendirle el honor debi­do.
   Todas las religiones se basan en un culto, no bastando para ser tal la simple creencia. Por eso los hombres han mostrado en todos los tiempos sus creencias en acciones y en actitudes
    El cristianismo, heredero del judaísmo, también tuvo por voluntad de Jesús el permanente tributo de homenajes a Dios Padre. El mismo Jesús declaro a la samaritana que con El llega el tiempo de superar el culto externo y de adorar a Dios en el interior "en espíritu y en ver­dad" (Jn. 4. 24). En el concepto de culto entran diversos aspectos o rasgos: lugar, protagonis­tas, tiempos, exigencias, intenciones.
    El lugar, que es el monte, el templo, el santuario donde se intuye cierta presencia misteriosa de Dios. El culto expresa el respeto, la venera­ción y el amor a Dios, a lo cual llamamos virtud de religión. Y esa virtud se identifica con la adoración, con el sacrificio, con la plegaria y con los votos y compromi­sos de llevar a cabo determinadas acciones buenas o comportamientos piadosos.
   La adoración es el primer acto de culto. "Adorar a Dios es reco­nocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. Es cumplir el precepto de "Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto (Lc. 4. 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6. 13)". (Cat. Igl. Cat. 2096)

 
    La oración es la forma en que expresamos la adoración. Ya bien sea hecha en forma de actitud de reconocimiento, ya recitando formulas adecuadas (plegarias), la oración implica dirigirse a Dios y reconocerle como Señor y Padre nuestro. "La oración es elevación del espíritu hacia Dios. Es una expresión de nuestra adoración a Dios: oración de alabanza y de acción de gracias, de intercesión y de súplica." (Cat. Ig. Cat. 2098)
    Cuando se hace la oración en forma de ofrendas y acciones de entrega, hablamos de "sacrificio". También el sacrificio cristiano es otra diferente a los paganos o a los antiguos. Jesús lo exigía recordando las palabras del profeta Oseas: "Misericordia quiero, que no sacrificio". (Mt. 9. 13; 12. 7; Os. 6. 6)
    En el culto cristiano el único sacrificio aceptable es el ofrecido por Cristo en la cruz y renovado perpetuamente en la celebración de la Euca­ristía.
   El creyente expresa también sus actitu­des de culto, de adoración, ofrenda y sacrificio con otras muchas manifestaciones: con "promesas y votos", con devociones o conmemoraciones, con procesiones y peregrinaciones, con limosnas o acciones de caridad, con signos o re­cuerdos, con fiestas y tiempos sagrados, sobre todo con los signos sensi­bles instituidos por el mismo Cristo para darnos por su medio gracias, pues tales son los que llamamos misterio o sacramentos.
   El deber de ofrecer a Dios un culto excelente, el que llamamos de latría o adoración, en el cristianismo lo hacemos compatible con otros cultos secundarios, que llamamos de dulía o veneración, y dirigidos a las figuras que han sido modelos de vida y virtud, los santos, mártires, confesores, apóstoles y vírgenes. De manera especial ofrecemos ese culto a la Madre de Dios, a la Virgen María (culto de hiper­dulía). Y lo hace­mos de forma personal y, sobre todo, de manera solida­ria y comu­ni­taria.
   Educar en el culto es un deber de los educadores de la fe. Sin expresividad religiosa, no hay educación de la fe.
  Y no sólo se deben realizar prácticas de expresividad religiosa, sino que los creyentes debe poseer clara visión de lo que es cada acción hecha ante Dios.