Ejército
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   Conjunto de militares, jefes y soldados, que forman un cuerpo social en cada nación. Su primera misión es defender la sociedad, la nación, la Ley y el orden, y rechazar posibles ataques exteriores, cuando diversos enemigos se presentan agresivos.
   Eventualmente su labor es exigir el cumplimiento de los pactos consensuados o exigir el respeto de los derechos de la colectividad. Los ejércitos se han dado en todas las épocas y en todos los países. Pero su sentido y misión ha sido diversas y siempre ha estado dependien­te de la ideología y apetencias de los gobernantes individuales (monarquías, dictaduras) o colectivos (democracias).


   La pertenencia y la actuación del ejército, y de cuantos en él se desenvuelven, plantea en ocasiones problemas de conciencia: si se puede partici
par en una guerra que no sea justa, si es obligación de conciencia aceptar ciegamente la normas de los mandos supe­riores y si en moral hay "la obediencia debida" que exige la disci­plina militar. Se interroga también si es moral el servicio militar obligatorio, si la objeción de conciencia ante el uso de armas es justa, si las armas son de por sí malas, etc.
   La doctrina de la Iglesia es clara al respecto, sobre todo cuando el ejército se declara en la sociedad moderna más como fuerza de orden que como cuerpo coactivo para imponer por la fuerza lo que no se consigue por los acuerdos o pactos.


   En la Sagrada Escritura aparece con frecuencia la acción bélica, tanto ofensiva como defensiva, de las tropas de Israel. Pero su acción, explicable en el contexto de los pueblos, no es criterio moral por la peculiaridad ética del Antiguo Testamento, previa a la plenitud de la revelación cristiana y a las exigencias priorita­rias del amor al prójimo sobre toda otra consideración.
    La profesión militar y las acciones bélicas de por sí no son ni buenas ni malas. Es su motivación, su ejercicio lo que las hace malas o buenas según se proceda en derecho y en justicia o con extorsión y coacciones.

  
   También los soldados le preguntaban a Juan "Y nosotros, ¿qué debemos hacer? Y él les respondía: "No abusar de la gente [con la fuerza], no hacer denuncias falsas [por la misión de vigilancia], contentarse con su sueldo [no ser militar por el dinero sino por vocación]" (Lc. 3. 14).
   Incluso es conveniente recordar que, en aquellas sociedad en la que cierta pertenencia al ejército, por un período de tiempo, es obligación legal, la formación y el respeto a las creencias se impone.
 
 
 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

 

 Por eso casi en todos los países se regula la objeción de conciencia o el respeto a quien tenga oposición a esa pertenencia militar. Se reemplaza ese servicio obligatorio por un servicio civil sustitutorio o se diferencia en el tiempo de pertenencia lo que es "servicio de armas" y lo que es "asistencia social" en tiempos del servicio de armas. Sólo las dictaduras niegan el derecho humano de no emplear la violencia cuando la con­ciencia lo prohíbe.
    Este sentimiento antimilitarista se ha divulgado ampliamente en los tiempos recientes en amplios sectores de la ju­ventud. Ello implica cierto tacto pedagógi­co cuando de este tema se trata.