Escándalo
     [349]

 
   
 

   Es un hecho o estado desordenado que suscita en mentes y voluntades débiles el deseo de la imitación. El escándalo es pecaminoso por doble motivo: por la acción hecha contra la ley divina y por ser tro­piezo e invitación al mal para que otros se alejen del bien. Sobre todo en esta segunda dimensión radica su especial gravedad y perjuicio espiritual, que le hace decir al mismo Jesús: "Ay del mundo por razón de los escándalos... Inevitable es que los haya, pero ay de aquellos por quienes vienen." (Lc. 17. 1-2)
   Y cuando el mismo Jesús recuerda la posibilidad de los escándalos de débiles, como son los niños, sus palabras son duras: "A los que escan­da­licen a los pequeños más les valdría que les colgaran al cuello una piedra de molino y les arrojaran a lo profundo del mar" (Mt.18.6).
   El término aparece 45 veces en el Nuevo Testamento (skandalon, 15 y skan­dalizo, 30) con sentido de tropiezo o estorbo. De ellas, 14 son palabras atribuidas a Jesús con tono amenazante: "Si tu ojo te escandaliza, sácalo... Si tu mano te escandaliza, córtala... Más vale entrar tuerto o cojo en el cielo que ir al infierno con los dos ojos o los dos pies. (Mt. 5. 29 y 30).
   San Pablo dice como norma básica del cristianismo: "Guardaos de poner divisio­nes y es­cándalo a los otros" (Rom. 16. 17). Y Juan añade en sus cartas. "le que ama a su hermano nunca pone escánda­los" (1 Jn. 2.10)  Por este motivo, la doctrina moral y ascética de la Iglesia ha sido siempre especialmente dura con los escándalos.
   Existe el escándalo farisaico, que es el que se muestra en forma fingida, pero en el fondo no es más que apariencia. El término viene del pasaje evangélico en el que los fariseos se escandalizaban de lo dicho por Jesús, que decía a los Apóstoles: "Dejadlos, ellos son cie­gos que guían a ciegos. Ambos caerán en el hoyo." (Mt. 15.12-13)