Espíritu
    [230]

 
   
 

     
 
     El término hebreo "ruhah", como el griego "pneuma" y el latino "spiritus" indican lo mismo: "aire, viento, aliento. Y es el que se emplea en la Escritura para decir algo tan inmaterial y sutil como es alma, mente, realidad divina que late en el hombre, algo que recuerda la pre­sen­cia personal de Dios en el mundo.
    Por lo tanto la explícita afirmación de la Escritura que en el hombre hay un "espí­ri­tu" por una parte y de que "Dios es espíritu" al que hay que adorar constituye uno de los ejes básicos de la Revelación.
    En el Nuevo Testamento el término "pneuma", aislado o en composición con determinados adjetivos como puro, santo, vino aparece nada menos que 496 ve­ces. Haciendo referencia al "espíritu divino" existen 186 ocasiones en que se alude al "espíritu" y con alusión al espí­ritu humano surgen otras 69 referencia en cuanto alma y 63 de forma más ambigua como "interioridad", "fuerza", "energía" o términos afines.
 En el Nuevo Testamento las numerosas "resonancias pneumatológicas" hacen de tal concepto una plataforma doctrinal decisiva para una buena educación en la fe y para una suficiente vida de oración y de moral cristiana.
   Queda claro que lo que late en los textos bíblicos es lo más alejado al mate­rialismo, al naturalismo o al racionalismo. Y en consecuencia debe ser consi­derado como una de las exigencias prioritarias de toda educación de la fe cristiana y evangélica.