Fatalismo
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    Actitud teoría ética o espiritual que considera como irremediables y predeterminados los acontecimientos de la vida y de la naturaleza. En sentido filosófico se denomina determinismo o simplemente materialismo, aludiendo a las leyes ciegas de la materia y de la biología.
    Estrictamente el término viene de "fatum", nombre que se daba en latín al destino y que, en ocasiones, se divinizaba para hacerle causante de todo lo que sucedía de bueno o de malo a los hombres y a las cosas.
    El fatalismo es un determinismo absoluto y, por lo tanto, una negación de la libertad humana y de la misma capacidad de obrar el bien o el mal. Pero se halla en frecuentes creencias religiosas orientales en las que se atribuye a la divinidad el origen de todo lo que sucede y al hombre se le reduce ejecutor de lo que está escrito en los libros celestes o en las decisiones supremas del cielo.
    Cierto fatalismo se advierte literalmente en los libros del Antiguo Testamento, incluso del Nuevo, como herederos de esas resonancias orientales: "estaba escrito", "tenía que suceder", "para que viendo no vean y oyendo no oigan". (Apoc. 17.8; Salm. 139. 16; 1 Cor. 2.9).
    Ese fatalismo pasó, tal vez por influen­cia judaica, al mahometismo y en el Corán se atribuyen a Mahoma enseñanzas deterministas que hacen al islamismo dependiente de la fatalidad, por "estar escrito en el libro que Alá tiene en el cielo". (Azoras 46, 97 y 98)
    En la mentalidad popular el fatalismo, más que el determinismo, se halla extendido con profusión. Los educadores de la fe tienen que cuidar este aspecto, sobre todo al llegar a la juventud, y resaltar el don de la libertad del cristiano. Dios tiene respeto a las opcio­nes de los hom­bres pues le ha creado libres y capaces de obrar el bien y el mal. Es importante que se superen las creencias supersticiosas ante las desgracias, los accidentes o las enfermedades.