Gradualidad
           [513]

 
   
 


   La gradualidad es el criterio organizativo de la tarea de la catequesis. Se puede analizar desde una perspectiva interna, es decir en referencia a la propia identidad de la tarea catequística, y desde la acción externa, que significa desde la organización de la misma acción de la catequesis.
   Internamente la catequesis (catecumenado, educación de la fe, formación cristiana) debe situarse en lo que ella es. No es simple evangelización, que es grado anterior o previo; ni es plena cele­bración o profundización, que son los grados, estadios o niveles posterio­res y que suponen una cierta formación previa y sólida adecuada.
   La catequesis se sitúa en el campo educativo. Ello indica que el catequizando busca una formación, una educación. Que ha sido evangelizado. Conoce a Jesús y sabe de su mensaje. Ha aceptado el mensaje en general y ha asumido la fe en lo fundamental. Por lo tanto, quiere educarse y para eso acoge, implícita o explícitamente, la catequesis.
   Un problema que puede surgir cuando se actúa catequéticamente con personalidades, infantiles o adultas, es que no han sido todavía evangelizadas, y entonces no coinciden los lenguajes, los criterios, los intereses y los recursos. O bien puede suceder que, con catequizandos en período de formación inicial, se pre­tenda quemar etapas y se "celebre" la fe o se "profundice" lo que todavía no ha sido plantado del todo o no ha florecido suficientemente. Se corre entonces el riesgo de hacer de la catequesis "liturgia vital", "fiesta pasajera" o "teología constructiva", dimensiones para las que el catequizando no está dispuesto todavía.
    Por otra parte, la gradualidad reclama conciencia clara de que no todos los catequizandos caminan al mismo ritmo o se hallan en el mismo nivel de maduración. Implica idea de proceso en la tarea catequética. Una cosa son la grados incipientes de infancia o de cristianismo poco cultivado en su dimensión religiosa (doctrinal, moral, espiritual) y otra cosa son los niveles de jóvenes creyentes ya muy preparados en valores cristianos.
    Esa dimensión interna de la gradua­ción en la catequesis debe ser también objeto de una reflexión continua por parte de los catequistas para saber en cada momento en qué lugar del itinerario se mueve cada persona y qué se puede pedir a cada creyente para ayudarle doctrinal, moral y espiritualmente en su proceso de educación.