Gremio
      [940]

 
   
 

  Gremio es la asociación de personas con intereses comunes, por su pertenen­cia a un mismo oficio, negocio o profesión. El objetivo de la asociación consiste en obtener protección y ayuda mutuas.
   El término se aplicó a dos tipos de asociaciones que se extendieron por toda Europa durante la Edad Media: los gremios de comerciantes y los gremios de artesanos. Ambos aparecieron en Europa durante el siglo XI, como consecuencia del crecimiento del comercio y de los centros urbanos. Los comerciantes tenían que viajar por diver­sos países, de feria en feria, por lo que, para protegerse, los interesados se asociaban, creando una "caravana". En ella había un jefe que dictaba normas de obligado cumplimiento.  Esta caravana (gilda o hansa, en los países de habla germana) se denominaba "fraternidad" o cofradía en los países latinos.
    Además de establecer la obligación de defenderse en bloque ante un ataque, las normas obligaban al apo­yo mutuo en las disputas y a dirimir las contiendas mediante avenencia en tribunal interno.
   Con el tiempo, los gremios monopoli­zaron la vida en la ciudad: controlaban los oficios, la venta, la producción de bienes. Regulaban la actuación de gente extraña o les exigía una tasa o tributo que no tenían más remedio que pagar.
   En el aspecto religioso, los gremios se encargaban también de fomentar determinadas devociones, ritos, patronazgos que sirvieran en el fondo para proteger sus privilegios y pretendidos derechos.
   Fue interesante su existencia pues además de las fiestas y celebraciones, desarrollaron el arte, ciertas normas de piedad o de moralidad, la solidaridad entre los miembros de cada grupo.
  Los gremios se inspiraban en motivación laborales. Pero en el contexto de la época, contaban con una dimensión religiosa que sería importante para su funcionamiento: formaban cofradías para venerar a un santo patrón, para hacer obras de caridad y para asegurar la vida honesta inspirada en el Evangelio.
   A comienzos del siglos XII existían gre­mios de artesanos en toda Europa occi­dental. Aunque la pertenencia al gremio era voluntaria por lo general, la realidad era que todos los de un mismo oficio debían pertenecer al mismo y seguir su norma si no querían quedar marginados.
   Al mismo tiempo, el gremio tenía una dimensión pedagógica decisiva para el aprendizaje de un oficio. El alma del gremio era el taller y su estructura, que solía ser hereditaria.
   El maestro de taller era un pequeño propietario: tenía las materias primas y las herramientas, vendía los productos para su beneficio, mandaba a los oficiales y aprendices que vivían en su casa. Los apren­dices apren­dían con el maestro y recibían por su trabajo comida y casa.
   Con el tiempo el aprendiz se convertía en oficial y recibía ya sueldo fijo. Y el oficial llegaba a maestro tras realizar un trabajo concreto que se llamaba obra maestra y demostraba su capacidad.
   Desde el siglo XIV las condiciones se hicieron duras pues lo maestros no que­rían competidores que les quitaran el trabajo y los beneficios. Los oficiales tenían que asociarse para exigir mejores sueldos y más libertad. Incluso a veces hacían huelgas para conseguirlo.
   A pesar de su estructura patronal, los gremios sirvieron para proteger a los proletarios de explotaciones y de abusos, pues las reglas se imponían desde la autoridad, intentando salvar el orden, regulando la competencia, imponiendo horarios de trabajo, igualando para todos los salarios y las condiciones.
   Desde el punto de vista pedagógico es interesante recordar que desde el siglo XII al XV las normas de los gremios eran el sistema pedagógico en el aprendían un oficio la mayor parte de los artesanos de una ciudad. Y desde el punto de visa religioso, los gremios tenían tanta influen­cia que eran ellos los que marcaban la mayor parte de las normas y actividades religiosas y de buena conducta por el poder moral y espiritual que ejercían sobre sus miembros.