Horas
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     Además de su sentido cronométrico de uso social, se alude con la expresión de "horas" a la forma tradicional de elevar a Dios una sucesión diaria de plegarias oficiales en la Iglesia.
   Tradicionalmente las "horas de rezo" de día eran siete: Laudes (amanecer), Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas (antes de anochecer) y Completas (ya anochecido). Y por la noche se recitaba Maitines. Eran siete momentos de plegaria de dia y uno de noche, en referencia al Salmo 118: Siete veces al día te alabaré y me levantaré a media noche para alabarte", según S. Benito, en su Regla.
   El Oficio divino, llamado también canónico y oración pública de la Iglesia, viene en alguna forma desde los prime­ros cristianos. Pero fueron los monjes benedictinos los que lo divulgaron por toda la cristiandad. En la Regla de San Benito se las llama horas canónicas. (Regla cap. 16). San Isidoro de Sevilla en su obra "De los Oficios de la Iglesia" (lib. 1. cap. 19) dio la explicación que se hará tradicional durante más de un mile­nio y señaló el espíritu de cada hora.  Los ritos orientales (sirio, copto, arme­nio, caldeo, maronita) conservaron con fidelidad el número de siete.
   Al margen de la vida litúrgica de los monasterios, todas las instituciones de Iglesia han vivido de esta oración continua y basada en los salmos y en cánticos, en himnos y en plegarias conti­nuas, en lecturas y en antífonas. Así ha sucedi­do en los cabildos catedrali­cios, en las comunidades religiosas de todo tipo, en la vida de los clérigos seculares, en multitud de seglares impregnados del espíritu de la Iglesia.
   Al margen de que los Oficios divinos han sido fuente de piedad, de literatura religiosa, de arte sacro, de libros bella­mente adornados, sigue siendo una buena forma de plegaria en la Iglesia. Por eso es bueno enseñar a los cristianos desde que llegan a cierta edad el sentido de esa plegaria y resaltar su excelencia sobre todas las demás devociones, por piadosas y tradicionales que sean.