Macabeos
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     Nombre común atribuido a los hijos de Matatías, piadoso levita de Modín, que se rebeló contra las persecuciones religiosas de Antíoco IV (174-165. Sus hijos le sucedieron en la revuelta y a Judas, que heredó el mando, se le llamó popularmente "el martillo" (de los enemi­gos), que en hebreo "makabeo", pasó a ser el apelativo de los cinco herma­nos que le fueron sucediendo en el mando: Juan, Eleazar, Jonatán, que gobernó entre 161 y 142 y Simón, entre 142 y 135. Representaron el partido de los nacionalistas judíos, opuestos a la helenización de los imperios que sucedieron a Alejandro Magno y tuvieron que luchar y aplastar el partido de los judíos helenistas que también fueron numerosos en el reino.
    Los Macabeos fueron al mismo tiempos sumos sacerdotes, al ser levitas, aunque no eran de la familia de Aarón. Eso les creó problemas con los fariseos y otros grupos, pero se mantuvieron en el poder y, al morir asesinado Simón, sucedió su hijo Alejandro Janeo en el doble trono, religioso y militar, formando la dinastía de los hasmoneos o asmoneos. Un siglo después, el 27  a C. desaparecería, al ser nombrado rey por Roma el idumeo Herodes.
   En la mente del pueblo quedó el recuerdo de esta familia como la de los liberadores de los judíos, ya que sin ellos hubieran sido helenizados por completo y habrían perdido su identidad, como aconteció a la mayor parte de los pueblos sometidos.
   Ese recuerdo y veneración quedó recogido en dos libros, llamados de los Macabeos que relatan hechos similares, proceden de autores diferentes y pasaron a engrosar los textos sagrados, a pesar de que muchos judíos no los asumieron como religiosos. En la Biblia hebrea no se recogen y en la cristiana, por influencia de los LXX, fueron aceptados tale­s.
   El primero alude a hechos acaecidos entre el 175 y el 135 y es más militar y testimonial. El segundo, más laudatorio y sugestivo, más religioso, abarca desde 165 al 161.
   El estudio y la presentación de ambos libros de los Macabeos conduce a en­tender ya los tiempos de Jesús, ya que Palestina y, en concreto, Judá se configuraron en este tiempo al estilo helenístico, cuya última fase fue la llegada de los romanos y la formación del Reino de Herodes, en cuyo contexto histórico y político vivió Jesús.