Maldición
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   Expresión malévola en referencia a personas, grupos, lugares o situaciones. Es lo contrario de bendición. En la Escritura aparecen con frecuencia, como acontecía en todo los pueblos del entorno israelita, sortilegios y maleficios, execraciones y amenazas, expresiones deseando males a otros como venganza o como castigo. De igual forma aparecen bendiciones.
   Se tenía por seguro que los malos deseos sobre otros, si uno era protegido por Dios y obraba rectamente, siempre surtían efecto. (Ecclo. 3. 9; Zac. 5. 2; Num. 22.  6; Sal. 109. 18).
  El Nuevo Testamento cambia la orientación y, siendo la misericordia la preferencia de Jesús, se rechaza el maldecir y se prefiere el bendecir. De las 18 veces que se emplea en el Nuevo Testamento el verbo mal-decir (kataaraomai) y de las 5 que se dice "decir mal" (katalogeo), junto con las dos docenas de términos análogos (calumniar, diaballo; murmurar, psizirismos; calumniar, kata-laleo), en la casi totalidad se presentan como portadores de una idea negativa.
   La veces en que se emplea maldecir son solemnes y contundentes: "Id malditos al fuego eterno" (Mt. 25.41). El Evangelio tiene una ley: "Bendecid a los que os maldicen" (Lc. 6.28), que los Apóstoles divulgaron por todas partes: "Bendecid a los que os persiguen y no los maldigáis". (Rom. 3.14)