Nestorianismo
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    Es una doctrina compleja y difusa, adoptada por Nestorio, obispo de Constantinopla, hacia los años 428 a 431.

   1. Nestorio

   Nestorio había nacido en Germaniscia, hoy Mar'ash, en Asia Menor. Estudió en Antioquía y luego se hizo monje en el monasterio Euprepios y se introdujo en la doctrina de Teodoro de Mopsuestia. En el 428 llegó a ser Patriarca de Constantinopla por nombramiento del Emperador Teodosio II. Realizó al principio una labor positiva en la lucha contra los herejes.
  Pronto fue dando a entender su doctrina sobre Jesucristo, cuyas dos naturalezas él interpretaba a su manera, explicando la unión de ambas como algo más moral que real y dudando de lo que enseñaban los otros Obispos, según las definiciones de Nicea en 323.
   Pronto pasó a afirmar que había dos perso­nas en Jesús y por lo tanto dos seres diferentes: el hombre y Dios. Sostenía, en consecuencia, que la Virgen María solo podía llamarse "la madre del hombre" (androstokos), no la "Madre de Dios" (teostokos).
   Al chocar con lo afirmado en Nicea y luego en Constantinopla, pronto le salie­ron defensores de la doctrina correcta que reconoce en Cristo dos naturalezas, una divina y otra humana, pero sólo una persona, que es la divina.
   Ante las polémicas que se suscitaron, se sintió la necesidad de un Concilio y este fue convocado en Efeso en el 431, en el que se procedió a definir la ortodoxia y a deponer a Nestorio.

   2. Doctrina

   Nestorio afirmaba que en Cristo la forma divina y humana actuaba como una sola, pero no se unían en una sola realidad personal, en un solo individuo. En consecuencia, eran dos realidades superpuestas. Una de sus consecuencias afectaba a la piedad popular, que empezaba a cultivar la admiración y veneración a la Madre de Jesús, a la que se la llamaba ya "la Madre de Dios". Nestorio decía que María era madre del hombre Jesús, pero no se la podía llamar Madre Dios.
   El mayor adversario de Nestorio fue S. Cirilo, que era entonces Patriarca de Alejandría, en Egipto, y que ya había logrado en Roma el año anterior que la enseñanza de Nestorio fuera rechazada por el Papa, que lo era S. Celestino I

    3. Concilio de Efeso

   El 22 de Junio del 431 el Concilio de Éfeso se reunió y fue iniciado por S. Cirilo, sin la presencia de Juan, Patriarca de Antioquía, ni de los legados pontificios. Cirilo desoyó las protestas de otros muchos Obispos, que pedían esperar la llegada de los ausentes. El Concilio, a petición suya, declaró herética la creencia nestoriana, depuso a Nestorio y le exilió del Imperio.
   Primero se refugió en su Monasterio y después salió al destierro, primero a Petra y luego a Egipto, al Gran Oasis, y a Panápolis, donde murió en el 451.
   Sus obras fueron destruidas y muy pocos de sus escritos se salvaron. El libro de "Heráclide" fue uno de ellos. Por eso es difícil juzgar el sentido de sus afirmaciones, que por otra parte padecen más defectos de terminología que conceptos radicalmente heréticos, pues sólo conocemos las formulas que fueron condenadas y no las afirmaciones concretas de Nestorio.
   Por otra parte, la carta de S. Cirilo, leída en el Concilio, era reflejo de la que el Papa Celestino había escrito. Era contundente al reclamar la plena confesión de la unidad de persona en Jesucristo y de su doble naturaleza.
   Son innegables los inoportunos y maniobreros procedimientos de S. Cirilo, que llegó a acuerdos con el Patriarca Juan y obtuvo el final consentimiento de los legados pontificios. Doctrinalmente su postura era correcta. Pero pastoralmente no estuvo dispuesto al diálogo y a la comprensión del acusado en ausencia. Careció de tacto para hablar con Nestorio, aclarar los conceptos y aplicar el mensaje evangélico de la benevolencia, aunque en aquellos momentos no era usual el principio de presunción de inocencia, cuando de temas doctrinales se trataba.

  

 

   

 

 

 

4. Los nestorianos

   La persecución alcanzó a los seguidores de Nestorio. Muchos de ellos buscaron refugio en Persia, India, China y Mongolia. Allí formaron cristiandades nestorianas y se sucedieron hasta bien entrada la Edad Media, tiempo en que las ideas conservadas en aquellas localidades fueron desapareciendo poco a poco, sobre todo ante la invasión musulmana un siglo y medio después.
   Con todo las Iglesias nestorianas sobrevivieron hasta tiempos recientes, más en la liturgia, que en la persistencia de la doctrina de la dos personas. El grupo más fuerte se centró en Edesa. Pero el Emperador Zenón lo disolvió el 553 y persiguió a sus adeptos.

   El Grupo que emigró a la India se denominó cristianos de Santo Tomás y permaneció aislado durante siglos.  Actualmente son unos 150.000 los adeptos que se reparten entre Turquía, Irak y Asia central. El Patriarca reside en el Kurdistán. Diversas iglesias nestoria­nas se fueron adhiriendo a Roma en algunos momentos históricos. Hoy for­man un grupo católico de unas 400.000 personas, con formas litúrgicas orientales y tradiciones autóctonas.

   5. La doctrina de Nestorio

   Si Nestorio dijo lo que se le atribuye, las consecuencias del nestorianismo, que después de él sí se transformó en algunos grupos en secta radical y agresiva, fueron claras:
   - A Jesús hombre no se le debe adorar, pues es una criatura en la que reside Dios, pero no es Dios.
   - Los sentimientos, las ideas, la conciencia, las actividad del hombre Jesús no son en sí mismos redentores. Por lo tanto queda sin sentido la muerte de Cristo en la Cruz, ya que es la muerte de un puro hombre.
   - La redención humana se convierte en un acto unilateral de Dios misericordioso que es personal, pero no es una "conquista" de Jesús, enviado al mundo para "rescatar" lo que se había descarriado. La doctrina de S. Pablo sobre la redención se desmorona por su base.
    En consecuencia, el cristianismo pierde su sentido, al negar la unión hi­pos­tática (la unidad personal) entre la naturaleza divina y la humana del Redentor. Por eso el Concilio de Efeso, al reafirmar la doctrina cristológica de Nicea y de Constantino­pla, dejó definitivamente clarificada la realidad de Cristo y afianzada para los siglos venideros la fe de sus seguidores.