Oviedo
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   Apellido frecuente en español, que han llevados figuras apostólicas diversas, de las que se citan algunas:

  -  Oviedo. Andrés de (1518-1580). Jesuita de Illescas, admitido por S. Igna­cio mismo, luego rector del Colegio de Gandía.  Misionero en Etio­pía con cargo  de Obispo y luego Patriarca por mandato pontificios, paso 20 años de misiones desde 1557. Escribió en lengua nativa un tratado "Del primado del romano pontífice y de los errores de los abisinios" para ilustrar a los ortodoxos locales.

  -  Oviedo. Juan Antonio de (1670-1757). Jesuita colombiano, docente en la Universidad de Guatemala, Rector del Colegio de Méjico y escritor fecundo de obras de piedad y ascesis. Entre ellas son interesantes "Suma de Teología moral", y "Destierro de la ignorancia sobre los sacramentos de la Penitencia y de la Comunión".

   - Oviedo Monroy. Juan de (1702-1753­). Carmelita descalzo de Pastrana y luego de Alcalá. Más tarde pasó a los Trinitarios, para evitar rivalidades en su Orden. Fue hombre de inteligencia brillante, de memoria prodigiosa, llamado por sus amigos "monstruo de sabiduría".
   Dejó muchas obras escritas de piedad e instrucción popular, entre ellas: "El patán de Carabanchel", "Colación de Nochebuena", "Oración en verso de ingreso en la Academia Española", "El poeta oculto y español conocido", "Acto de contrición en verso".
  
   - Oviedo. Francisco de (1602-1651). Jesuita de Madrid. Profesor de Filosofía y Teología moral, escribió diversos tratados muy apreciados en su especialidad. Entre ellos están "Curso de Filosofía", "Tratado de Teología Escolástica" y "Las virtudes de la Fe, Esperanza y Cari­dad."

- Oviedo. Antonia de. (1822-1898). Cofundadora de las “Oblatas del Stmo. Redentor” en 1870. Nació en 1822 en Lausana (Vaud), en  Suiza donde su padre, Antonio de Oviedo, diplomático y embaja­dor había contraído matrimonio con su madre, Susana Schönthal.
     Se formó en el Pensionado de las Se­ñoritas de Montaigne, en Friburgo. En Agosto se 1838 se colocó como institutriz de los Marqueses de la Romana, para atender a su hija Rosalía Caro. Con la familia vivió en Milán y luego en Florencia. En 1840 abrió un Pensionado por su cuenta en Suiza y llevó vida de piedad intensa y de obras de caridad.
     El 1843 hace su primer voto de castidad. Ante la tensión entre católicos y protestantes en Suiza obligaron a la clausura del Centro. En 1847 el embajador de España en Berna la solicita como preceptora de las hijas de la Reina María Cristina de Borbón. Llegó a Madrid el 15 de Febrero.


     En 1849 conoció en la Corte al Obispo de Daulia, Mons. José Benito Serra. Estuvo con la familia real en Aranjuez y en La Granja, en Segovia. En 1853 viajo a Londres y por diversos lugares con las infantas, a las que educaba con gran acierto. En 1854 la Reina Madre tuvo que huir a Francia y con ella fue a París. En 1857 pasó varios meses en su hogar de Suiza por su delicada salud.
    En 1859 volvió a París con la familia real. Al con­traer matrimonio la tercera infanta, y última de sus discípulas, dio por terminada su misión en la Corte. Se dirigió a Roma, donde fijó su residencia y llevó una vida de discreta vida social y alguna actividad literaria.
    En 1864 fue requerida por Mons. Serra para hacerse cargo del Asilo de Arrepentidas, que el Obispo había iniciado en Ciempozuelos, cerca de Madrid. Contra los consejos de amigos y familiares, se decidió a la empresa, consciente de lo ellos significaba para su vida.
   En 1865 firmó la compra del anti­guo convento de Frailes Alcantarinos. Cuatro religiosas capuchi­nas de la Divina Pasto­ra, que llegaron para ayudarla, no consideraron oportuno continuar en aquel difícil am­biente. Ella se mantuvo firme durante años en la empresa. En 1867 con la colaboradora asume la animación de la Institución de Oblatas del Stmo. Redentor, que el Obispo Serra perfiló para sostener la obra. Adoptó el nombre de María Antonia de la Misericordia. Hizo su profesión religiosa, convenci­da de su opción clara e irreversible.
   Desde 1876 abrió nuevos asilos de arrepentidas: Vitoria, Benicasín, Madrid, Toledo. En 1880 viajó a Roma y visitó a León XIII, que apoyó su obra y firmó el Decreto de Alabanza.
   Desde 1885 las fundaciones aumentaron: Santander, Vitoria, Tarragona, Va­lladolid, etc. En 1886 falleció Mons. Serra en el Desierto de las Palmas, en Caste­llón. Quedó sola al frente de la obra, ya consolidada. En 1888 reunió a las Superioras de las diversas casas en Capítulo General. En 1894 trasladó los restos de Mons. Serra a la casa de Ciempozuelos. En 1898, el 28 de Febrero, falleció repentinamente en Ciempozuelos.
   Dejaba un hermoso Instituto destinado a salvar a las jóvenes descarriadas por la dificultades de la vida. Entre sus cosas se hallaron diversas obras que había ido escribiendo: "Poesías", "Regla de vida". "El ramillete", " Diálogo para una distribu­ción de premios", "La Esperanza", "La Inmaculada Concepción", "La Asunción", "El rosal de la Magdalena", "El misionero" "Sta. Mª Magdalena y las arrepentidas", y obras dramáticas: "La fiesta o el Espejo Mágico", "El refugio de la felicidad".