Pascua
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      Fue la primera fiesta cristiana, pues en ella se recordó la despedida, la muerte y la resurrección de Jesús. Y por las circunstancias, estuvo asociada estrechamente a la Pascua judía. La esencia de la pascua judía era la conmemoración de la liberación de Egipto y el paso del mar Rojo. La esencia de la pascua cristiana fue la liberación de la muerte redentora de Jesús.
   Los judíos tenían la Pascua el 14 de Nisán, que coincidía con el primer sábado que sigue al plenilunio inmediatamente posterior al equinocio de primavera.
   En esta fecha surgió una discrepancia litúrgica entre los primeros cristianos, según los datos que nos quedan. Mientras unos, sobre todo en Asia Menor, querían seguir la costumbre judía y celebrarla siempre coincidiendo con el calendario judío, otros, sobre todo en Roma, querían celebrarla el domingo siguiente, pues en domingo, primer día de la semana, había resucitado el Señor. Parece que fue el Papa Víctor, (papa entre 189 y 199) el que determinó que debería celebrarse el domingo siguiente al 14 de Nisán siempre y en todas partes. El concilio de Nicea del 325 zanjó la discrepancia imponiendo el uso romano.
    El rito del cordero pascual que celebraban los judíos perdió entre los cristianos su sentido, al ser reemplazado por la Eucaristía. Por eso, los ritos que se reflejan en el Antiguo Testamento, y que fueron seguidos por Jesús en la Ultima Cena, nunca tuvieron eco entre los cristianos. Sin embargo, toda la liturgia pascual que celebra la resurrección está llena de lecturas y de figuras sacadas de los textos judíos: Ex. 12, 21-24 y 12. 32-39: Ex. 23. 14-16; 2 Rey. 23. 21-23. La Pascua cristiana, pues, se hilvana con la judía y se relaciona con los anuncios de salvación de los Profetas.
    El sentido educativo de estos ritos, y por lo tanto su dimensión catequística, queda hermosamente resaltado en el mismo texto sagrado. "Cuando hayáis entrado en la tierra que Yaweh os va a dar, guardaréis este rito. Y cuando vuestros hijos os pregunten: "Qué significa para vosotros este rito?", les responderéis: "Es el sacrificio de la Pascua en honor de Yaweh, que pasa por delante de las casas de los hijos de Israel, en Egipto, cuando hirió a sus familias mientras perdonaba nuestra casa." (Ex.12. 25-27)
    Ese sentido catequético del simbolismo pascual pasaría a los cristianos, pero en referencia a la celebración eucarística. En la Pascua fue donde Jesús dejó el memorial del pan y del vino, no del cor­dero y de las salsas. El origen de la catequesis litúrgica y la profundización de la Palabra del Nuevo Testamento es lo que define la Pascua cristiana.
    La referencia de los cristianos está en el hecho de la Ultima Cena. Jesús la víspera de su muerte, día solemne Viernes de parasceve, antes del sábado sagrado, reunió a los suyos y celebró la Pascua. Sobre el rito del cordero, realizó el signo sensible del pan y del vino, hizo el gesto de la humildad con el lavatorio de los pies de los discípulos, les ofreció la mejor catequesis de su ministerio con el sermón que refleja Juan en su Evangelio, les dio el mandato nuevo del amor y elevó al cielo la plegaria que luego llamarían los cristianos sacerdotal.
    Después se preparó con la oración del Huerto para lo que le venía encima. Esa fue la primera pascua cristiana. Cristo en el centro, los Apóstoles en el entorno, las mujeres con María en las cercanías, toda la Iglesia de los siguientes milenios misteriosamente presente en su corazón.
     Los diferentes relatos del banquete pascual (Evangelio y Pablo) se centran en las palabras del señor y en su sentido de memorial. Mateo y Marcos describen la institución del nuevo rito en torno al pan y el vino. Lucas refiere la singular disputa entre los apóstoles sobre sus derechos de precedencia, que los otros evangelistas sitúan en otro momento (Lc. 22. 24-27). Juan consigna el lavatorio de los pies, el discurso y la oración.
    Más tarde Pablo sintetizaría el sentido de la celebración: "Cada vez que coméis este pan y bebéis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, quien come el pan o bebe el cáliz del Señor indignamente, tendrá que responder del cuerpo y de la sangre del Señor." (1 Cor. 11. 26-27)

    La catequesis litúrgica apareció en relación al Bautismo que se celebraba entre los primeros cristianos coincidiendo con la celebración pascual y después de una preparación suficiente. Toda catequesis deberá tener siempre esa dimensión rememorativa y celebrati­va de signo pascual. Por eso la Pascua cristiana adquiere un signo especial bautismal y eucarístico, conmueve a toda la comunidad (y no sólo a los neófitos) y renueva en todos su actitud de conver­sión, de liberación y de profesión de fe consciente y comunitaria que lleva a la unión a Cristo cordero muerto pero héroe resucitado.
    Los ritos se multiplican y se hacen cada vez más entrañables: la bendición del fuego, la aspersión del agua, la bendición del cirio, la procesión en las tinieblas y el nacimiento de la luz, el canto del pregón, la invocación del aleluya. Todas estas realidades simbólicas dan la originalidad de la pascua cristiana y son gritos de alegría por la salvación recibida y por el Salvador que ha llegado y está presente.
   La Pascua cristiana es la expresión de la alegría por el Señor resucitado, el emblema y garantía máxima de nuestra salvación y futura resurrección. Es una acción de esperanza.
   No acontece lo mismo en la Pascua judía, en donde los hijos del pueblo elegido, y provisionalmente rechazados, siguen esperando que venga quien ya ha venido y anunciando la llegada de quien ya ha pasado, Cristo Jesús.   (Ver Resurrección 9.2)