Populismo
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      Sistema, doctrina, teoría y actitud de hacer al pueblo, con sus opciones y elecciones, juez de los proyectos o decisiones de sus dirigentes. Se invoca su consenso como última justificación.
   Y se intenta convertirlo en protagonista de las orientaciones sociales que se siguen pues se aceptan por mayoría y ello autentifica su conveniencia; y se consideran inaceptables si se rechazan por el pueblo.
   El populismo se mueve con frecuencia en las fronteras de la demagogia con pretensiones de democracia. Identifica justicia con aceptación social. Olvida las limitaciones morales que imponen los derechos naturales de las personas o de las minorías, derechos que no pueden depender de la aceptación mayoritaria. El número de votos no es criterio ético.
   El sentido natural dice que la masa popular no puede justificar ni autentificar atropellos, violaciones, guerras, racismos, persecuciones, leyes coactivas y cuantas medidas no respeten la libertad y la dignidad del hombre.
   Como sistema social y político estuvo en la base del socialismo marxista desde el siglo XIX, provocó aberraciones históricas como el nacismo, el leninismo, el maoísmo y el fascismo; y siguió presente en multitud de Estados totalitarios que hicieron de él la razón de sus sistemas de gobierno.
   La verdadera educación ética del hom­bre se debe apoyar en los valores radicales del la persona: igualdad, libertad, justicia, dignidad, solidaridad, no en consentimientos sociales. Si esta plataforma falla, la ética se resquebraja, aunque triunfe la sociología, es decir la fuer­za de los votos, la fuerza de las armas, la fuerza de los recursos económicos.
   Como el populismo ha sido una tentación permanente de los movimientos políticos y sigue siendo un desafío en las sociedades modernas, es necesaria una educación sociopolítica de los jóvenes que se base en valores y no en soflamas de líderes engañosos. La tal educación se consigue con la reflexión, no con la palabrería de los charlatanes.