Quiebra
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     Ruptura de un proceso o de una empresa, con perjuicios de los sistemas ordinarios de producción y con el incumplimiento irremediable de los compromi­sos adquiridos. La quiebra no implica responsabilidad moral si es inevitable o involuntaria, tanto en las relaciones co­merciales habituales como en vínculos interpersonales, lo cual no significa que no la haya civil o penal. Toda acción mercantil o de intercambio conlleva un riesgo y factores imprevistos pueden conducir a un incumplimiento de los compromisos.
   Lo que moralmente es inaceptable, aunque sea práctica frecuente en la vida comercial, es la quiebra fraudulenta o intencionada que si en la vida mercantil supone ya una falta de honradez profesional, en las relaciones personales implica violación de la justicia, abuso de la confianza, mentira, si se perjudica a personas que habían puesto su confianza en una palabra dada.
   Es importante sanear los criterios morales con una buena educación social, ya que es frecuente entender que en "en el mundo de los negocios no rige la ética, sino la utilidad". El mensaje cristia­no es incompatible con la mentira personal o social y no puede sentirse cristiano quien no cumple con la ética evangélica en su vida personal o en su vida social.