Semen
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        En latín, semilla, se usa con frecuencia para aludir a la descendencia de un Patriarca o de un personaje.
   En castellano alude a la sustancia generatriz producida en los órganos genitales del varón, constituido por las secreciones de la próstata y de las glándulas bulbouretrales y que sirve de soporte alimenticio a los espermatozoides generados en los canales seminíferos de los testículos, mediante el proceso madurativo de la espermatohistogénesis (40 millones por cm. cúbico).
   Con frecuencia se asocia este elemento orgánico a referencias míticas o místi­cas, como si el solo fluido seminal fuera el portador de la vida humana y cada espermatozoide fuera un ser huma­no en pequeño. Incluso se corre, o corrió, el riesgo de identificar la vida con los espermatozoides y dar carácter criminal a la eliminación o manipulación de los mis­mos, presuponiendo la existencia de un humúnculo en su estructura.
   Ni tal mitificación es correcta ni se puede considerar el líquido seminal como un fluido orgánico igual que los jugos gástri­cos o la saliva. La ética sexual debe apoyarse en visiones más globales y no sólo fisiológicas, sobre todo a la luz de las manipulaciones genéticas posibles en la actualidad.