Sufrimiento
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        Dolor físico o psicológico, incluso moral y espiritual, que es natural a la condición humana por la naturaleza contingente del hombre. El sufrimiento es inevitable en la existencia terrena, pero no debe ser mitificado ni como castigo por el pecado original ni como regalo divino para obtener la purificación del pecado.
  En cuanto al sufrimiento natural debe ser mirado como un hecho natural, al igual que lo es la respiración o el cansancio por el trabajo. Y en cuanto al sufrimiento espiritual o pena por no llegar a mejor situación ante Dios, también debe considerarse como signo de inteligencia y de bondad.
   En ambos casos, el sufrimiento debe ser ofrecido a Dios, en referencia al que Cristo también experimentó en su vida y en su pasión. Y para llegar a esta actitud de ofrenda, el cristiano debe ser educado adecuadamente con actitudes humanas y espirituales adecuadas:
     - resignación ante los dolores sin renuncia a la necesidad y deber de evitarlos;
     - paciencia ante los dolores corporales o morales que no pueden ser evitados;
     - compasión ante los que sufren y aportación de consuelo a los mismos;
     - ofreci­miento a Dios cuando el dolor llega o se resiste a desaparecer aceptando la voluntad divina.
    Todo se halla unido al ejemplo del mismo Jesús, que en el Huerto de Getsemaní decía: "Padre, si es posible que pase de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya." (Lc. 22. 42). La Iglesia lo entendió siempre así y lo recomendó con insistencia.