Tutoría
     [502]

 
   
 

    

   La tutoría legalmente es la aceptación de la responsabilidad legal sobre una persona menos o incapacitada, cuando los responsables naturales, los padres o los familiares cercanos no pueden o no quieren hacerse cargo de esa persona.
  Pero pedagógica y catequísticamente se entiende por tutoría una acción sistemática, específica y concretada en la atención global que se presta a un alumno o a un grupo durante un tiempo y en forma debidamente planificada.
   Hay pues una tutoría pedagógica indi­vidual, que es imprescindible, y una tutoría grupal, que tiende a fomentar actitudes y valores adecuados a la situa­ción de alumnos y en donde se sintética las dimensiones puramente académica y los aspectos más morales y personales, incluso también los religiosos.
   El tutor debe clarificar la dimensión pedagógica de la tutoría ante los alum­nos, lo cual es fácil cuando se crean hábitos desde los años infantiles. Se les hace entender que es un espacio y tiempo en que cada uno recibe una especial atención, ya sea individual ya grupal.
   Y se disponen las actitudes para conseguir los objetivos que se presentan y se persiguen a lo largo del período esco­lar e incluso después. Los rasgos de una acción tutorial son interesantes.
   - Ayuda a la educación integral mediante el cultivo de los valores globales de la persona: la autoestima, la conciencia responsable, la solidaridad, las virtudes humanas de trabajo, autonomía y colaboración.
   - Aporta estímulos y ayudas para el aprendizaje y adapta la respuesta educa­tiva a las necesidades particulares, evitando dificultades y ayudando a resolver problemas.
   - Ayuda a los demás agentes educativos, sobre todo a los padres y a los otros profesores, en la toma de decisiones ante los diversos aspectos o las opciones que se pueden presentar.
   - Estimula y refuerza las relaciones en el grupo de pertenencia, como capacidad educativa y como desarrollo de la persona, de manera particular de los que, por timidez o infravaloración, más lo necesi­tan o menos autosuficientes son.
    El tutor no es un padre protector. No es un psicólogo consejero para casos conflictivos ni es un vigilante para mantener la disciplina intelectual de los malos escolares. Es un animador presente en el proceso formativo y un elemento más en el mosaico de rasgos que pueden ayudar en la formación.
   - Se adapta a las edades mediante un seguimiento conveniente.
   - Respeta la intimidad de los alumnos y mantiene la máxima discreción de lo que con ellos habla.
   - Establece contactos periódicos, sobre todo con los más huidizos o negativos
   - Resgistra las incidencias para contar con datos objetivo y no solo para actuar desde la afectividad o desde la discrimi­nación.
   - Se presenta como "tutor" aunque además sea profesor de otras asignaturas, tanto ante los alumnos como ante los demás profesores.
   Como profesor, actúa con la exigencia y la disciplina que reclama el orden académico y la eficacia docente. Como tutor cultiva determinadas actitudes o habilidades: flexibilidad y respeto, comprensión e interés, afecto y pruden­cia, adaptación y seguimiento, fortaleza y benevolencia.
   Además sabe, o debe saber, armonizar la acción individual y las tareas de grupo, entendiendo como punto de partida que el alumno es una persona singular, pero vive y se forma en un grupo del que recibe y al que aporta. Como tutor tiene que ser capaz de orientar esa doble dimensión de la persona en formación.

   La labor educadora corresponde a todo el profesorado. Pero el tutor hace de catalizador de las diversas influencias, acciones y relación. Evita interferencias, modera descarríos, coordina encuentros y sintetiza posturas sobre cada grupo y sobre cada alumno.
   Dentro de su esfera de acción se deben actuar determinadas terminologías como seguimiento y asesoramiento, ayuda y orien­tación, previsión y recuperación, esfuerzo y animación.
   La tutoría es concepto que tiene estrecha relación con otras áreas psicológicas y psicopedagógicas de singular valor pedagógico: orientación persona y profesional, dinámica de grupos, terapias oportunas como el counseling o los reforzamientos, recuperación, organización escolar. De todo ello el tutor debe entender algo y, en lo posible, organizar adecuadamente su tarea educativa.
   Y para ello, el tutor debe saber analizar y valorar conceptos vinculantes de la acción educativa:
   - Maduración y dinamismos afectivos.
   - Habilida­des y destrezas operativas.
   - Razonamiento, lógica, inducción.
   - Autonomía, adaptación, autoestima.
   - Valores y actitudes personales.
   - Motivación e intereses vitales.
   - Equilibrio emocional y social.
   - Sociabilidad y relaciones.
   - Metodologías y estrategias
   - Tecnologías instru­mentales.
   Con el dominio de estos campos y as­pectos, el tutor encontrará cierta facilidad para su labor. Debe estar persuadido de que en educación no hay milagros y transfor­maciones espectaculares, sino la paciente siembra de cada día y la esperanza de que los resultados sólo son perceptibles a largo alcance y, en su dimensión espiritual y religiosa, obra de Dios más que de las técnicas humanas.
   Un Centro escolar vale lo que valen sus tutores, incluso más claramente que los rasgos que se desprendan del nivel científico de su profesores. Y esto por que siempre, al menos en los niveles primarios y secundarios, de be hallarse la educación por encima de la instrucción.