Zarzuela
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      Obra musical y al mismo tiempo escénica, que se mueve a mitad caminos entre la opera y el drama. En ella hay elementos musicales, por lo general populares, movidos y cómodos de digerir estéticamente incluso para los que no son expertos en música. Y hay elementos representativos que hacen interesante y cautivadora la actuación.
   Se le suele clasificar como género chico por el nivel compositivo, por la duración y con frecuencia por la calidad estética, aun cuando en ambientes como los latinos, y en especial en España, constituyan las zarzuelas obras perennes y siempre bien acogidas.
    Literariamente la zarzuela va emparejada con la "ópera cómica" francesa o la "opereta" italiana. Se nutre de valores folklóricos. Las "Eglogas" de Juan del Encina, los "Autos" de Gil Vicente, las tonadas, villancicos y cantares medievales, pueden ser sus precedentes. Se suele considerar la primera que merece este título a "La selva sin amor", obra musicalizada de Lope de Vega. El nombre tiene que ver con el palacio de la Zarzuela del Cardenal Infante D. Fernando, cercano al Pardo, donde se representó "El jardín de Falerina" de Calderón de la Barca con música de Juan Hidalgo. "Zarzuelas" de Calderón fueron "El golfo de las sirenas" y "El jardín de Apolo".
    El torrente de zarzuelas se desarrolló luego con diversa fortuna, según los gustos de cada época y clase social, desde el siglo XVII hasta nuestros días, aunque con preferencia en las clases populares y como género típico español.
    Obras que pueden recordarse son "Los celos hacen estrellas", de Vélez de Guevara y Juan Hidalgo, "Las segadoras de Vallecas", de Ramón de la Cruz, "El Diablo en el poder", de Barbieri, "El clavel rojo", de Bretón. Ya en tiempos recientes fueron deleitosas "Agua, azuca­rillos y aguardiente" de Chueca, "La revoltosa" de Chapí, "La Verbena de la Paloma", de Bretón.
    En las zarzuelas apenas se cultivan ideas profundas y por eso pocas veces asoman valores o sentimientos religiosos, dejando el sitio a enredos, juegos, mentiras, amores, engaños y audacias.
    Pero son también promotoras de actitudes y sentimientos humanos como la amistad, la fidelidad, la alegría y la solidaridad, que pueden dar juego para que sean usadas como plataforma para una reflexión humana, agradable y cercana.