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          Es la máxima figura  eclesial de los tiempos antiguos en lo referente a doctrina, a erudición y a influencia  en la Iglesia. Representa la cumbre de la Patrística y de la Teología  construida durante todo el período paleocristiano. Como educador significativo  y más frecuentemente citado de toda la Historia fue, y sigue siendo, el centro  de la atención de cuantos viven para la educación cristiana. 
      Es el gran teólogo, el gran catequista y el  gran obispo en quien la Iglesia se ha inspirado para formular su doctrina,  para anunciar el mensaje cristiano, para ahondar en la Escritura, en la  Tradición, en el Magisterio de la Iglesia. 
       
    1. Vida 
         554. 3 Noviembre. Nace en Tagaste, en Numidia.  Su padre, se llama Patricio, es pagano y se convierte al fin de su vida. Su  madre, Mónica, piadosa y sufrida cristiana, es modelo de madres y de esposas  y, sobre todo, educadora del corazón de su hijo genial. Tiene un hermano,  Navigio, y una hermana, Perpertua. La familia goza de modestas posesiones  agrícolas. 
       
     360. Frecuenta en Tagaste la escuela para  aprender a leer, escribir y contar. 
     367. Es enviado a Madaura, a 30 kilómetros,  para estudiar Gramática, Lengua latina y para iniciarse en los autores clásicos.  A los tres años vuelve a Tagaste por falta de medios. Su padre, empeñado en  sus estudios, allega recursos con sus propiedades. Hacia el 370 muere su  padre en Tagaste. 
     371. Es enviado a Cartago, para estudiar  Elocuencia y Filosofía. Allí obtiene la categoría de Profesor. Lleva vida  desordenada. A los 19 años convive con una mujer de Cartago, con la que no  puede contraer matrimonio por las leyes romanas del momento. Tiene un hijo  y le llama Adeodato. El 373 lee el "Hortensius" de Cicerón y  decide entregarse a la búsqueda de la verdad. 
       
     373-374. Con tres amigos, Alipio, Romaniano  y Honorato, se hace maniqueo. Enseña Retórica en Tagaste y adquiere cierto  desahogo económico. 
     375. Con ayuda de Romaniano, abre una escuela  propia de Retórica. Escribe obras de juventud. En 382 contrae una enfermedad  grave, que le dificulta la docencia. 
     383. Se dirige a Roma y se dedica también a  la Retórica. Se afilia a los grupos escépticos. 
     384. Es  enviado a Milán por Símaco, Prefecto de Roma, como Profesor de Elocuencia. Llega  a la Corte de Valentiniano el Joven con cierto prestigio y pronto hace alguna  fortuna. 
     386. Entra en contacto con Ambrosio, Obispo de  la Ciudad. Un día escucha en el templo al Obispo que predica. Una voz inspirada  parece decirle: "Toma y lee". Interpreta esto como una exhortación a  leer las Escrituras. El primer pasaje que aparece al azar: "Nada de  comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de rivalidades y  envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la  carne para satisfacer sus concupiscencias" (Rom. 13, 13-14), le conmueve. 
       Está acompañado de su madre y de varios  amigos. Se convierte al cristianismo y se retira a la Quinta de Casiacum, de  su amigo Verecundo, en compañía de los suyos. Mantiene conversaciones  dirigidas a ellos. Entre el 13 y 15 de Noviembre, sintetiza una en el libro  "De la vida feliz". 
       
     387. 24 de Abril. Pascua. Recibe el Bautismo  de manos de San Ambrosio, junto con su hijo, el cual muere poco  después. Camino de Africa, enferma su madre  en Roma y fallece en Ostia. Entonces decide quedar en Roma un año. 
     388. Otoño. Vuelve a Tagaste. Reparte sus  bienes entre la Iglesia y los pobres. Se reserva una casa rural, donde lleva vida  monacal con varios amigos. Ayuda en la organización de otros Monasterios. 
     391. Es promovido a Presbítero por el Obispo  Valerio, de Hipona. Simultanea el monacato con la predicación de la Palabra.  Escribe abundantemente. 
     396. El Obispo Valerio le designa Obispo  asociado a su tarea. Se resiste. Le consagra Megalio, Primado de Cartago.  Organiza un Monasterio en un yermo de Valerio. 
       
     397.  Muere Valerio. Es consagrado obispo de Hipona (hoy Annaba, Argelia). Se  entrega a intensa actividad pastoral. Lleva vida monacal con sus presbíteros.  Es tolerante con los paganos y caritativo con los cristianos disidentes. 
     401. Asiste al Concilio de Cartago. Disputa  con los Donatistas. En 404 colabora con otro Concilio de Cartago, pidiendo al  Emperador Honorio leyes contra los donatistas, maniqueos y priscilianistas. 
     410. Saqueo de Roma por los godos. Se da  cuenta del peligro en que está todo el Occidente por lo que está aconteciendo  con los bárbaros invasores. 
     411. 18 de Junio. Gran intervención en otro  Concilio de Cartago. 
     416. Agosto. Concilio de Melvi, contra Pelagio  y Celestio. Los Obispos escriben a Inocencio, Obispo de Roma. El 27 de Enero de  417 llega la respuesta del Papa que condena a los pelagianos. 
     420  Se  multiplican sus intervenciones contra los grupos heterodoxos. Corre peligro  su vida por asechanzas y atentados. 
     426.  Septiembre. Designa como su sucesor al Presbítero Heráclio. Termina la "Ciudad  de Dios", que había iniciado en el 413 y que será su obra más extensa. 
     428. Conferencia con el Obispo arriano  Maximino. Mantiene las polémicas con los arrianos y sigue escribiendo ampliamente. 
     430. 28 de Agosto. Muere en Hipona, con la  ciudad sitiada por los vándalos, llamados por el Conde Bonifacio y dirigidos  por Genserico. Enterrado en la ciudad, sus restos son llevados en  404 a Cagliari, en Cerdeña, trasladados en 722  a la Basílica de S. Pietro de Pavía, por Luitprando, y transferidos finalmente  a la misma Catedral de Pavía, en 1832. 
        2. Obra escrita 
         La lista es interminable.  Hasta 116 títulos contiene el elenco conservado de sus Obras Completas. Y  resulta difícil en un genio como el suyo dilucidar cuáles son las importantes. 
     Las más significativas en el  orden educativo merecen un recuerdo agradecido. Son las siguientes: 
  - Sobre el orden. 586 
  - Sobre el libre albedrío. 588 
  - Sobre el Maestro. 389 
  - Sobre la fe y el Símbolo. 393 
  - De la Doctrina Cristiana. 396 
  - De la catequización de los rudos. 400 
  - Las Confesiones. 400 
  - La unidad de la Iglesia. 401 
  - Sobre la Trinidad. 502 
  - Sobre la fe y las obras. 413 
  - La Ciudad de Dios. 413-426 
  - Sobre la paciencia. 418 
  - Sobre la gracia y libre albedrío. 423 
  - Sobre la perseverancia. 429  
  - Epistolario. 
  - Sermones  
  - Homilías 
         Su obra más popular es su  autobiografía con el título de "Confesiones", donde narra sus  primeros años y su conversión. En su erudita y profunda visión de la sociedad  cristiana que titula "La ciudad de Dios" (413-426) presenta  una filosofía teológica de la Historia. Tiene 22 libros; 10 sobre el panteísmo  y doce sobre el origen, destino y progreso de la Iglesia. 
   En "De la verdadera  religión" ofrece criterios para caminar hacia la verdad, dejándose  llevar de la luz interior, que es de Dios. 
   Sus tratados más pedagógicos  son "De libero arbitrio" (389-395), en donde estudia la  libertad; "La grandeza del alma" es un interesante estudio de  psicología; "De doctrina Cristiana" (397-428) presenta la  verdad que debe ser predicada; "De catechizandis rúdibus" es  un manual de metodología catequística; y "De Magisto" que  ofrece una visión de la iluminación del alma por Cristo, Maestro de la verdad. 
    En las  demás obras habla de todo: "De Baptismo" nos presenta el Sacramento  de la entrada en la Iglesia; "Contra Donatistas (400-401)  previene contra el error por ignorancia; De Trinitate (400-416) es un  hermoso tratado sobre Dios; De natura et gratia (415) es un recuerdo  sobre la acción divina en el hombre. 
    Además  de otros títulos sugestivos, se conservan diversas "Homilías"  sobre varios libros de la Biblia, "Comentarios",  "Enarraciones,", "Exordios" "Soliloquios"  y una hermosa colección de 270 "Cartas". 
         3. Luchas de S. Agustín 
          Inspirado por el Hortensius de Cicerón,  Agustín se convierte en ardiente buscador de la verdad. Su experiencia intelectual  se apoya en los diversos grupos que conoce en sus primeros años.  
      Durante nueve años, 373 al 382, había sido  maniqueo. Luego se hizo hacia el 382 escéptico. En Milán se movió bajo la  órbita del neoplatonismo. Por influencia de S. Ambrosio y por el recuerdo de  su madre, se sintió atraído de nuevo por el cristianismo, aunque la primera  lectura de la Biblia le produjo desazón. 
      A pesar del período de gran  agitación política y militar (guerras, invasiones, amenazas,) que se vivía, él  prefería centrar la atención en las polémicas teológicas, obsesionado como estaba  por defender la verdad revelada y anunciarla a todos los hombres. 
      Además  de combatir la herejía maniquea, participó en dos grandes conflictos  religiosos: con los donatistas, secta que mantenía la invalidez de los  sacramentos si no eran administrados por eclesiásticos sin pecado; y con los  pelagianos, seguidores del influyente monje británico que negaba la doctrina  del pecado original. 
      Por motivo de esos conflictos desarrolló  muchas de sus obras y clarificó muchas doctrinas que luego resultarían  definitivas en la Teología: la del pecado original y gracia divina, la  soberanía divina y predestinación, la de la Providencia universal, etc. 
      Asume una postura moderada entre los extremos  que defendía el pelagianismo y del maniqueísmo. Contra Pelagio, mantenía que  la desobediencia espiritual del hombre se había producido en un estado de  pecado que corrompía la naturaleza humana. Y afirmaba que los hombres se  pueden salvar por el don de la gracia divina. 
     Contra el maniqueísmo defendía con energía  el papel del libre albedrío en unión con la gracia y por la tanto la unidad  interior del hombre en el doble principio de cuerpo y alma, ambos creados por  Dios.  
        4. Como educador 
         Se mostró maestro insuperable de la verdad.  Su magisterio, ejercido en los momentos en que los cristianos configuraban un  nuevo mundo ante la llegada de pueblo invasores, se dio cuenta de que había  necesidad de cultura y ésta no era sólo estudiar el pasado.  
     Heredero de la lengua y de la  cultura de Roma, supo seleccionar en ella lo que era profundo y permanente  y lo que era simple resplandor pasajero. Por eso siempre manejó un sabor  crítico, sin amargura, pero con deseos de llegar al mejor discernimiento de la  realidad del mundo. 
     Eso le facilitó formular  lenguajes religiosos adecuados al momento. Los suyos resultarían válidos,  luminosos, comprensibles hasta nuestros días. Su genial intuición, su  fidelidad a la Palabra divina, su experiencia humana y su inalterable amor a la  verdad, le han convertido en el Pedagogo cristiano por excelencia.  
      En sus  innumerables escritos late una savia perenne. Su clarividencia en los temas  relacionados con el hombre va emparejada con su sinceridad en las cuestiones  referentes a Dios. Por eso su teología es un torrente de luz y su antropología resuena  el Historia como grito de esperanza. 
    Su profundidad no es la del astro magnífico  que se pierde en la inmensidad del universo, sino la del faro generoso que  ilumina a los navegantes, que dirigen hacia él sus miradas, sobre todo en las  tormentas inesperadas. Su erudición no fue sólo verbal, sino conceptual, pues  su mente privilegiada supo buscar y hallar la verdad en medio de las múltiples  teorías que podrían eclipsarla. Además supo envolverla en palabras adecuadas  para hacerla asequible a todos. 
    Por el amor profundo a Dios y al hombre, a la  verdad y al misterio, es por lo que se alza en la Historia como torrente de luz  y de "iluminación". 
        
      5.  Agustín catequista  
          La pedagogía de la fe que promueve es esencialmente  catequesis, no filosofía religiosa y modelo de profundidad y habilidad. Es la  pedagogía permanente de la Iglesia cristiana. 
      Conocía al hombre por su experiencia personal  y sabía entrar en sus problemas. Le miraba como ser libre y providencial, en  camino hacia la eternidad. Hizo lo posible para educarle con sus consignas y  para darle la conciencia de una dignidad sobrenatural y de responsabilidad  moral que le llevaran a buscar la verdad en su interior y a educarse a sí mismo  en la presencia de Dios. 
       
       -  Despierta inquietudes y se basa en la conciencia providencialista. 
       - Asegura que la verdad está en el alma de  cada hombre honesto y sincero y que la voz de Dios, que resuena en el interior,  es el verdadero pedagogo que conduce al bien, al amor y a la fe. 
       
      - Encumbra el valor de la libertad humana,  don divino a los hombres. 
      - Se funda en la firme creencia de que la  gracia divina actúa en la vida.  
    - Resalta la importancia de la comunidad  humana como ciudad terrena, pero prepara a los hombres para el cielo, ciudad  celeste. 
       Desde Agustín de Hipona no hay pedagogía  cristiana auténtica que pueda formularse sin referencia explícita a sus  geniales intuiciones. Su resplandor ilumina profusamente el horizonte de todos  los que precisan aclarar ideas, formular principios sólidos, establecer  relaciones, abrir caminos, descifrar tradiciones, discernir intuiciones.  Agustín es singular en la Historia cristiana. Es perpetuo en sus influencias.  
      Es clarificador en sus consignas. Si San  Agustín no hubiera existido, algo importante habría faltado en el horizonte de  los tiempos. Con sus principios se han alimentado quince siglos de Teología,  de Filosofía y de Pedagogía. Y, a pesar del tiempo transcurrido, siguen  vigentes para comprender el corazón humano, siempre buscador de la verdad. Su  gran principio: "Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón se hallará  inquieto hasta que descanse en Ti", que nos dice en sus emotivas e  inolvidables "Confesiones", sigue siendo uno de sus principales  regalos para los corazones. 
         6. Modelo agustiniano  
         Los  grupos agustinianos se han multiplicado en la Iglesia como resultado del  infatigable ardor teológico y evangelizador de este singular apóstol. Se han  caracterizado por el cultivo de los grandes valores agustinianos: el amor a la  verdad, la sensibilidad ante el mal, el deseo de libertad, la valoración de la  cultura, el valor en las polémicas, la confianza en la Providencia, la  esperanza en el futuro de la Iglesia, el respeto al misterio revelado, la valoración  de la conciencia, la aceptación de la gracia, el rechazo del pecado, le firmeza  en la fe, la defensa de la caridad, la seguridad en la inteligencia iluminada  por la luz interior del Espíritu Santo. 
     Mil años iluminó el espíritu agustiniano la  teología y dio luz a los demás astros del pensamiento de Occidente. Sólo al  llegar lumbreras como Santo Tomás de Aquino o San Buenaventura surgieron  formas nuevos lenguajes para entender el mensaje de Cristo y se cambiaron las  terminologías o se completaron los planteamientos. 
      Pero los agustinos de todo el mundo siguieron  cultivando el amor a las misiones, el gusto por la docencia, la flexibilidad  ante las diversas culturas, la sensibilidad ante la belleza, el bien y la  verdad. Gracias a ellos San Agustín sigue siendo referencia teológica de primer  orden y lo seguirá siendo durante siglos venideros, por que su doctrina siempre  joven parece destinada a ser de las pocas que durarán para siempre por ser  fruto de su luz interior y desde luego presentarse en el mundo como hecho  providencial y cumbre de toda la tarea patrística de los primeros tiempos de la  Iglesia.
      
      Un programa de catecúmenos,  escrito para un Catequista 
      
        
          
                           Esquema del libro DE    CATEQUINZADIS RUDIBUS de San Agustín 
                                             (De la catequesis    de los principiantes) 
                     
                    Introd.       I. 1. Motivo. Consulta del Diácono catequista Deogracias. 
                                     2. Es un deber ayudar con la propia experiencia a lo que catequizan. 
                                  II. 3. Las experiencias propias    han sido numerosas. Son las que no enseñanza a catequizar. 
                    Parte 1ª     De cómo tener la catequesis. 
                                 III. Base de la Catequesis son los hechos importantes de la Historia    religiosa. 
                                  IV. La Bondad de Dios, y la venido de Cristo, son como los motores que    ayudan al catequista. 
                                   V. El catequizando debe tener buenas disposiciones. 
                                  VI. Se inicia con la presentación de la creación de Dios para bien de    los hombres.  
                                 VII. Se expone la fe y la moral: fe en Dios, poner la confianza en    Dios, vivir bien por Dios. 
                                VIII. A veces la catequesis se da a hombres cultos: apoyarse en sus    lecturas preferidas. 
                                  IX. Los gramáticos y oradores deben mirar más al fondo de lo dicho y    no reírse de la forma. 
                                   X. Hay seis causas del aburrimiento del catequista. Una es el hastío    interior. Otra la cortedad del oyente. 
                                  XI. También desanima el resultado incierto. Pero hay que confiar en    Dios, que es lo que importa. 
                                 XII. Aburre a veces repetir siempre lo mismo. No importa si ellos    aprenden. 
                             XIII. Si vemos que el oyente no se    conmueve, hay que tener paciencia y saber esperar. 
                                 XIV. Si parece que la mente se fatiga, no desanimarse, ni dejarse    mover por el escándalo. 
                               XV. Siempre el discurso tiene que    acomodarse al nivel de los oyentes. 
                  Parte 2.    Ejemplos prácticos de las catequesis. 
                                    XVI. Cómo comenzar un sermón largo cuando viene uno para hacerse    cristiano. Felicitar y alabar. 
                                  XVII. Cuánto conviene diferencias las intenciones por las que vienen. 
                                 XVIII. Relato de la creación. Cómo gusta escuchar cómo el Señor Dios    hizo el Paraíso. 
                                   XIX. Cómo se hicieron las dos ciudades: la de la salvación y la otra. 
                                    XX. Cuando el Pueblo fue a Egipto y ya se hizo mayor de edad y luego    fue liberado. 
                                   XXI. Al llegar la Cautividad de Babilonia y vino la redención. 
                                  XXII. Llegó la plenitud de los tiempos y entonces llegamos a la última    de las seis edades. 
                                 XXIII. De cómo interesa relatar la Historia de Jesús y la predicación    de la Iglesia. 
                                 XXXIV. Y la Iglesia camina hasta el final de los tiempos. 
                                  XXXV. Y llegará la resurrección de la carne y la felicidad eterna. 
                                 XXXVI. Cuando ya el catecúmeno haya escuchado todo esto, se le    pregunta si cree. 
                             XXXVII. Las explicaciones finales    tienen que apoyarse en las profecías de la vida futura.   | 
           
         
       
         
      
        
          
             
                        DEL MAESTRO (Esquema de cómo    aprendemos y enseñamos) 
                    [Primera    parte: El lenguaje es preciso para comunicar y recibir]  
                 1.    Finalidad del lenguaje: enseña... comunicar... recordar... 
                 2. El    hombre muestra el significado de las palabras por las mismas palabras. 
                 3. Se puede    mostrar alguna cosa sin el empleo del signo. 
                 4. Si los    signos se necesarios para mostrar signos. 
                 5. Signos    recíprocos. 
                 6. Signos    que se significan a sí mismos 
                 7. Epílogo    a lo anterior 
                 [Segunda    parte: Cómo enseñamos y como aprendemos la realidad] 
                 8. Si se ha    de llevar el pensamiento a las cosas significadas. 
                 9. Si se    han de preferir las cosas o los signos que las representan 
                10. Si se puede enseñar algo sin signos o bastan    las palabras 
                11. Aprendemos, no con palabras, sino con la    enseñanza interna de la verdad 
                  [Tercera    parte: La verdadera fuente del conocimiento: Cristo iluminador] 
                12. Cristo es la verdad que nos enseña    interiormente 
                13. La palabra no puede manifestar lo que tenemos    en el espíritu 
            14. Cristo enseña dentro.    Fuera el hombre advierte con palabras.   | 
           
         
       
        
        
        
        
      
       
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    Decreto de Lituardo, Obispo de Nep. de  Viterbo, de 1286, 
        Estableciendo un Monasterio de agustinas  en Orvieto 
          
      
      
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