Abel
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Hijo de Adán y Eva y emblema bíblico de la bondad y del cumplimiento del deber de dar culto a Dios Creador con los frutos de la tierra. La aceptación divina de las ofrendas de Abel, el justo, despertó la envidia de su hermano Caín, el irascible, el cual terminó por asesinarlo, convirtiéndole en "el símbolo del  justo que derrama su sangre a manos del inicuo" (Mt. 23.25 y 1 Jn. 3. 12)
  El mito o leyenda de los dos hijos de Adán y Eva, Caín y Abel, el bueno y el malo, se transformó en emblema de los dos tipos de conducta humana: la del fiel que cumple con su deber cultual ante Dios y ante los hombres y la del criminal que derrama la sangre del her­mano inocente.
   Desde los primeros tiempos cristianos la sangre de Abel sería valorada como preanuncio de la de Jesús (Hebr. 11.4). Por eso cobra cierta vida en la cate­quesis el bendecir la bondad del pacífico agricultor que vive de su trabajo y cum ­ple con su conciencia y el repudiar la envidia del que llega a matar a su her ­mano por que le reprocha silenciosamente su conducta.    (Ver Patriarcas 2)