Abuelos
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Los padres de los padres, con res­pecto a los hijos de los hijos, forman parte importante de la familia y deben ser considerados como elementos activos y responsables de la familia. En los tiempos actuales, en las socie­dades en que la madre trabaja junto con el padre en tareas externas al hogar, los hijos pueden quedar menos atendidos.
   Y, sin embargo, en muchas de las familias hay personas que se jubilan en su labor profesional cuando se hallan en pleno vigor social, moral y mental, pu­diendo ejercer una misión educadora de importancia decisiva dentro y fuera del hogar. También en la edu­cación religiosa y moral de los nietos, los abuelos deben ser conscientes de sus posibilidades y responsabilidades, ha­ciéndose capaces de explotar al máxi­mo su experiencia, sus habilidades y sus rela­ciones afectivas con los niños y los jóve­nes. Los abuelos deben mantenerse en su sitio educativo, con inteligencia y habili­dad: no suplantar la responsabilidad de los padres, no transigir con chantajes afectivos, no coaccionar el desarrollo de los niños, no asumir actitudes proteccio­nistas inadecuadas, etc.
   

 
 

En el campo de la formación religiosa, la sintonía moral y espiritual con los padres debe ser prioritaria, teniendo en cuenta que el ejemplo y los sanos criterios son las fuerzas esenciales de toda educación espiritual y moral familiar.
    Incluso deben ser conscientes de las posibilidades educativas que pueden ofrecer generosamente en instancias ajenas al hogar: catequesis parroquiales, apoyos escolares oportunos, ofertas de experiencias espirituales convenientes, asistencias adecuadas cuando el caso se presenta.

    

  

 

 
En los países en donde la sanidad, la sociología y las condiciones de vida hacen que la población de la tercera edad crezca cuantitativa y cualitativamente, los grupos de personas hábiles para el trabajo, incluso pastoral, son fuerzas vivas eclesiales que deben ser respetadas, cultivadas y en­cauzadas. Pero ello no se consigue sin una conveniente formación para la tarea y una ambientación inteligente de las personas hábiles.
    No sólo con los nietos (niños y jóve­nes), sino también con toda persona capaz de recibir influencias positivas, los abuelos tienen que disponerse a trabajar con ilusión evangélica y con responsabi­lidad cristiana.