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En psicología son disposiciones afectivas y morales de toda la persona para determinadas preferencias o comportamientos. Se presentan como elementos decisivos para interpretar los actos y las intenciones que los rigen. Y han cobrado importancia pedagógica en las corrientes psicológicas de los tiempos presentes, sobre todo a medida que se revalorizaron las dimensiones emotivas como dinamismos de conducta.
El personalismo filosófico (M. Mounier y Luis Lavelle) y sobre todo el psicológico (Gordon Allport y Karl Rogers) han contribuido poderosamente a resaltar su importancia pedagógica. En Etica y en Eclesiología, el personalismo de muchos teólogos y moralistas ha convertido el tema de las actitudes en prioritario. En consecuencia en la catequesis y en la educación de la fe se ha resaltado su importancia y la necesidad de su cultivo.
El estudio de las actitudes religiosas y de las fuentes íntimas de donde proceden es decisivo para entender al hombre entero, y de forma particular al que se halla en proceso de formación y no se rige preferentemente por juicios de valor o por opciones de la voluntad madura.
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