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Primero de los criterios de toda acción educativa, especialmente catequística. El educador de la fe debe tener una sensibilidad especial para adaptarse a las personas, a los mensajes, a las circunstancias, a los tiempos.
Pero la principal de las actitudes de ajuste y acomodo tiene que orientarse a atender a cada ser humano: su edad, su entorno, su madurez humana y religiosa. Sin adaptación no hay catequesis posible, porque no hay cercanía, no hay sintonía y sincronía, no hay comunicación ni intermediación
El concepto de adaptación supera el de simple tolerancia, acomodo o comprensión. En la catequesis esa adaptación pasiva debe ser superada por otra más activa.
Es la adaptación que supone estudio y acercamiento según el sexo, la edad, el temperamento, la raza, la cultura y las circunstancias que rodea a las personas. Esa adaptación conduce a una catequesis personal y dinámica. No es una simple cualidad pedagógica de quien la pretende, sino que se eleva a una condición del servicio evangelizador.
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