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Herejía de los primeros tiempos cristianos que identificaba a Jesús como "hijo adoptivo", no "hijo natural", de Dios.
En el fondo era una reticencia a sumir que Jesús era el Verbo divino encarnado. Los adopcionistas le proclamaban simple hombre, en el cual se había aposentado la divinidad. Era hombre adoptado como hijo, no hijo real de su misma naturaleza. Implicaba un rechazo de la unión hipostática o personal.
Fue rechazado por el Papa Adriano I (772-795) en su carta "Institutio universali", del 785, dirigida a los Obispos de España, por otra, "Si tamen licet", del 793, y luego por los Concilios de Francfort del 794, y de Friul del 796. (Denz. 299, 309, 311 y 314). (Ver Jesús; ver Encarnación; ver Divinidad)
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