Adviento
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Tiempo litúrgico de preparación a la Navidad o venida de Jesús. Recoge los sentimientos de la Iglesia, cuando piensa en la esperanza del Redentor y cuando recuerda los largos siglos que precedieron a su venida a la tierra.
    Surgió históricamente hacia el siglo IV en las iglesias de La Galia y de España, cuando la celebración de la Navidad se situó en la fiesta romana del solisticio de invierno, el 24-25 de Diciembre. En los primeros momentos se hacía referencia a la preparación de la venida o manifestación del Señor, es decir a  la Epifanía, que se celebraba el 6 de Enero. En Oriente siguió la costumbre del 6 ó 7 de Enero. En Roma se desplazó al 25 de Diciembre y por influencia romana se extendió por Occidente.

     Hacia el 360, S. Hilario de Poitiers hablaba ya de la "necesidad de prepa­rarse a la venida del Señor con una semana de oración y penitencia y por lo tanto que el 17 de Diciembre comenzaba esa preparación."
   El Concilio de Zaragoza, del año 380, en su canon 4, decretó que fueran 21 días la duración de esa preparación para la llegada de Jesús o "adventus Domini". En Roma ya aparece en documentos del siglo VI la práctica del adviento.
   En el siglo VII en toda La Galia, España y en Italia, se conocía el "adviento de 40 días", a semejanza de la cuaresma pre­paratoria de la Pascua.


   Su espíritu está centrado en la esperanza profética que anunciaba y espera­ba la llegada del Salvador. La liturgia se desenvuelve en plegarias, en reflexiones y el recuerdo de las profecías mesiánicas. Es tiempo de esperanza y de alegría contenida, de fe y de gozo. Es tiempo de profetas y de anuncios. Se presta magníficamente para una sólida catequesis sobre las profecías. Por eso la catequesis del Adviento tiene especial importancia en la ascesis y en la tradición de la Iglesia.
    En las lecturas litúrgicas desfilan los profetas más mesiánicos: Isaías, Jere­mías, Oseas, Miqueas... Se entonan las antífonas e himnos que anuncian salvación. Y se recuerdan también las grandes figuras neotesta­mentarias, las cuales se presentan expectantes ante la inminente figura de Jesús: María, Juan el Bautista, Simeón, Ana la profetis
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