Afectividad
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   Rasgo complejo de la personalidad humana, que abarca todo lo que se refiere a la existencia y manifestación de los sentimientos: emociones y pasiones, actitudes, intereses, gustos y disgustos; es decir, a lo afectos.
    Los conceptos y explicaciones sobre la afectividad son muy variados según los autores y las escuelas de psicología. Por lo general se alude con el término "afectividad" a la capacidad o facultad interior de la persona de sentir, gustar y rehuir objetos personales o materiales. Y se reservan los equivalentes para otras dimensiones: "emotividad" para las cau­sas que hacen moverse en determinada dirección; "sentimentalidad" para la for­ma caracterial de expresar los gustos o disgustos; simpatía o antipatía para la reacción positiva o negativa externa.
     La afectividad es rasgo que pedagógica y ascéticamente fue infravalorado en las corrientes clásicas de psicología antigua. En la literatura ascética se la miraba como una debilidad humana y se reservaba para la inteligencia y la volun­tad la categoría de facultades fuertes. En la moderna psicología, sobre todo personalista y humanista, se valora como rasgo básico.


     La afectividad religiosa es el conjunto de sentimientos positivos (cordialidad, atrac­tivo, gusto, agrado, placer...) o negativos (miedos, repugnancias, repulsión, recelo, desagrado...) que el hombre desarrolla respecto a objetos, personas, situaciones o acciones religiosas. Tiene una importancia decisiva en la educación de la fe.
    La afectividad se manifiesta de dos formas: en las emociones (sentimientos momentáneos) que suscitan reacciones rápidas: sobresaltos, atractivos, excitaciones; y en las pasiones, que son sentimientos estables y continuos de tipo tranquilo como la alegría o la tristeza o de tipo violento como el odio o el amor.


    La educación de la afectividad implica el ayudar el catequizando a entender los propios sentimientos, a dominarlos en la medida que no conducen al bien, en desarrollarlos de manera conveniente y en compartirlos con los demás de mane­ra constructiva.
    Por eso la educación de la afectividad y de los sentimientos religiosos es uno de los grandes objetivos y proyectos de la catequesis. Su olvido desencadena desor­den, desajuste y malformación.