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Literalmente es "comparación en forma de contraste" (del griego, allegoria). Se usa como sinónimo de parábola, metáfora, proverbio, lenguajes frecuentes en el Nuevo Testamento. Pero sólo una vez aparece en sus escritos: en Gal. 4. 24, hablando del contraste entre las dos mujeres paralelas que representan los dos Testamentos.
El alegorismo será luego la escuela exegética surgida en el siglo II, a la que perteneció el gran Orígenes, quien la potenció al máximo. Algunos Padres cristianos, para interpretar la Sda. Escritura, también resaltaron las alegorías.
La exégesis alegórica pretende una "transposición simbólica de las significación de las palabras". Unas veces se exagera el alegorismo y se pretende que todo dato bíblico es la expresión de misterios ocultos en la palabra literal. Y otras veces se interpreta el alegorismo de forma más benévola, es decir como consecuencia del lenguaje comparativo y metafórico usado con frecuencia en los pueblos orientales, entre los que se hallaban los hebreos, luego llamados israelitas y más tarde identificados con los judíos.
Hasta hoy perdura la tendencia alegórica en determinadas corrientes de exégesis bíblicas. Se halla latente en la preferencia por interpretar los datos bíblicos en forma metafórica, llegando incluso a negar la objetividad, la historicidad, la naturalidad de los relatos, de las sentencias, de las normas o de los personajes.
Es peligroso, incluso no católico, el exagerar el alegorismo, pues se caen en un subjetivismo desenfrenado al ver en la Escritura una plataforma literaria de mitos y fingimientos fantasiosos más que una Historia religiosa verdadera.
En Catequesis hay que evitar exageraciones de este tipo y recordar que los escritos del Nuevo Testamento y la mayor parte de los del Antiguo no fueron escritos para teólogos, sino para tantas gentes sencillas que se interesaban por "los hechos y dichos de Jesús". (Ver Bíblico Vocabulario 9.22. Ver Biblia. 7.2)
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