Altar
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   Mesa, o "soporte alto", destinada en todas las religiones para los sacrificios específicos del culto. Literalmente significa lugar alto, por la misión cultual que tiene esta mesa singular y consagrada.
   En el Antiguo Testamento se cita por primera vez un altar en la historia de Noé (Gn. 8.20), al ofrecer un sacrificio de alianza al final del diluvio

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   Después se hace frecuente la referen­cia al altar elevado a Yaweh y también a los diversos dioses del entorno con los que tiene que competir el yaweísmo, en multitud de ocasiones, desde la épo­ca patriarcal (Gen 12.6) hasta la consa­gra­ción del Templo de Salomón y de todos sus enseres. (1. Rey. 8. 1-21), sobre todo de la Sala o sancta sactorum ante la que se ofrendaban los holocaustos, los sacrificios y las ofrendas
   Algunos textos bíblicos merecen una consideración catequística especial: la ofrenda del pacto de Josué (Jos. 24. 25-29); la ofrenda sacrílega de Saúl (1 Sam. 12 9-12); la ofrenda de Salo­món (1 Rey. 6.13); la ofrenda de Elías en el Carmelo, (1 Rey. 18. 17-37).

   En el Nuevo Testamento el altar se asocia al monte Calvario, en donde Cristo ofreció su único y supremo sacrificio al Padre santo. Será la Epístola a los He­breos el texto que mejor recoja lo que ha supuesto para la fe la sustitución del altar del Templo por el altar del Calvario
   Y, desde entonces, ese será el altar santo y único, que se hará presente a lo largo de la historia, renovado en todos los templos del mundo sobre la mesa sobre la que se celebra la Eucaristía.

  La doble idea de altar: ara para el sacrificio, mesa para el banquete, se presentará siempre en la catequesis.