Ancianos
    [664]

 
   
 

    

   El concepto de anciano tiene una fuerte connotación bíblica como sinónimo de autoridad, de experiencia y de piedad. Pero implica una intensa carga pastoral y catequética, teniendo en cuenta que hoy la vida media se prolonga en la mayor parte de los países.
   La situación moral y religiosa de una persona que se jubila laboralmente y no asume los cambios en las ideas y en la convivencia exige un trato pedagógico adecuado.

   En la Escritura Sagrada "los ancianos" representan la autoridad moral en las tribus, en las familias y en el pueblo, administrando justicia en tiempo de paz y asumiendo responsabilidades de guerra en las luchas contra los adversarios.  Son numerosas las referencias bíbli­cas a la labor de los ancianos (Jue. 11.5; Ex. 18.13; 1. Sam. 20.6)
   En el Nuevo Testamento la actitud eclesial ante los de "más edad", los presbíteros, se advierte en los textos con más sabor primitivo o judaizante.
   Se recoge el sentido colegial de "los ancianos" propio de la mejor tradición judaica (Hech. 11.30; 1 Tim. 5.17; Tit. 1.5. Sant. 5.14; 1 Pedr. 5.1). Pero se armoniza poco a poco con la figura del "episcopos" o animador propio de a cada comunidad o delegado y enviado del Apóstol o de los Apóstoles.

    Es dudoso si se ha de interpretar como autoridad eclesial el grupo de ancianos que existía en cada comunidad cristiana primitiva. Más probablemente reflejaban los usos de la cultura de donde procedían los primeros cristianos. De hecho, a medida que la Iglesia se hace más helena y menos judaica, la autoridad viene del "orden" y de la "imposición de manos" y no de la fuerza de la edad y del ascen­diente de la autoridad familiar.
   Al margen de lo que suponga esa referencia bíblica, histórica y eclesial de los primeros tiempos, de lo que no cabe duda es que, en la evolución histórica, la figura del presbítero (más anciano) adquiere una significación cristiana muy especial, litúrgica y sacramental.

    También es conveniente el detectar el hecho sociológico de que, en nuestros días, la vida humana se prolonga de forma insospechada en tiempos anti­guos. Y gran número de cristianos vive una etapa de vida, que puede ser muy fecunda en lo espiritual e incluso prolongada en lo material.  Se habla hoy mucho en pastoral y en cate­quética sobre la necesidad de "catequesis de la tercera edad". Se entiende por tal la que prepara al hom­bre para vivir su fe en los "años posteriores".
   La catequesis de la tercera edad sur­ge más por motivos sociológicos que bíbl­cos. Pero debe nutrirse del sentido de dignidad, de responsabilidad y de fideli­dad que implica el mensaje bíblico sobre los ancianos.
   Esta catequesis se halla hoy en proce­so de búsqueda sobre su identidad. No puede reducirse a una "catequesis de consolación" y menos a una "catequesis de terminación" como si tratara de pre­pa­rar la muerte y tuviera como horizonte el paso inmediato a la otra vida.
 

  Teniendo en cuenta que muchas personas de la tercera edad van a estar en ese estado muchos años, se debe hablar de una catequesis de "culminación" y por lo tanto de conducir a desarrollar la conciencia de la responsabili­dad del adulto que ofrece sus rique­zas espirituales, sociales y morales al servi­cio de la comunidad.

    

  .