Apologética
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      Rama de la Teología, o ciencia teoló­gica, que tiene por objeto defender la recta doctrina cristiana de los ataques y descalificaciones de los adversarios. Lo hace con argumentos lógicos y con for­mas dialécticas, en conformidad con los rasgos de cada momento o de cada ad­versario y también de cada apologista.
   La actitud apologética fue muy apre­ciada en los primeros siglos del cris­tianismo, por los ataques de los judíos (en los ambientes del Oriente) y de los filó­sofos helenistas, que no aceptaban el misterio incomprensible de la cruz (1 Cor. 1. 23 y Gal. 5. 11).
   Algunos de los más influyentes Padres apologistas de los primeros tiempos (San Justino en el II, Orígenes y Tertuliano en el III, San Basilio y San Juan Crisóstomo en el IV) merecen eterno agradecimiento por sus aportaciones clarificadoras a la verdadera doctrina. Pero los llamados Padres apologistas fueron muchos.
   En los tiempos posteriores, la Apologética se intensificó en períodos de crisis ideológica (nominalismo del siglo XII, humanismo del XIV, protestantismo del XVI, racionalismo del XVII y enciclopedismo del XVIII).
   En el siglo XIX fue cultivada de forma especial como una ciencia teológica prioritaria, ante la agresividad de las corrientes positivistas (Comte), antropo­lógicas (Darwin), dialécticas (Fichte, Hegel), socialistas y materialistas (Marx, Engels, Lenin) o literarias (Nietzsche), e incluso teológicas y éticas (Harnack, Renan ...) Los grandes defensores de la verdad cristiana se enfrentaron a los argumentos que trataban de combatir el pensamiento católico y evangélico, al menos en sus formas tradicionales.

   La Apologética cristiana organizó y presentó los argumentos defensivos de la verdad cristiana e hizo lo posible por poner la lógica al servicio de la fe y de la vida cristiana. En la medida en que se cultiva, tiene doble misión: de cara al creyente, busca persuadirle de que se halla en la verdad; de cara al adversario, intenta ofrecer argumentos claros, lógi­cos y serenos que paralicen sus ata­ques. Modelo de apologista del siglo XIX fue Jaime Balmes (1810-1848), con obras como "Cartas a un escéptico" o "El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea".
   En el siglo XX, sobre todo después del Concilio Vaticano II, se orientó la Apolo­gética a la defensa del mensaje cristiano por otros caminos.
   En los tiempos actuales, ante el triunfo del secularismo como estilo de vida, del pluralismo religioso como necesidad, del irenismo moral y del comunitarismo en la Iglesia cristiana, se prefiere defender la verdad mediante el testimonio de vida y la labor samaritana de los creyentes. Y se duda de la eficacia evangélica de la argumentación defensiva, de las polémicas religiosas al estilo antiguo o de las simples razones para la acepta­ción y conservación de la fe.
   La Apologética sigue siendo una cien­cia teológica, pero situada en otra di­mensión. El catequista debe tenerla en consideración y debe usarla, sobre todo en ciertas edades. Tal es el momento de la adolescencia o de la juventud, cuando el catequizando precisa razones y motivos (argumentos lógicos y fundamentos afectivos) que hagan más sólidas sus creencias
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