Aprendizaje
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Acción y efecto de adquirir algo por parte de un ser vivo. En el hombre, resul­tado y proceso de una adquisición, en el orden sensoriorreceptor o en el terreno neuromotor. Cada escuela o actitud psicológica o pedagógica ofrece su pro­pia definición o interpretación de su natu­raleza, de sus condiciones y de sus efectos.
   En sentido general lo entendemos como acción (operación) y como resultado de la acción (adquisición). En el nivel elemental, o animal, se basa en las estructuras nerviosas que se "acondicionan" (reflejos condicionados) y es común al hombre (animal racional) y al bruto (no racional). Puede ser de mera capta­ción (registro) sensorial; o puede ser mecáni­co y operativo (hábito motor). Entra en juego el sistema nervioso re­ceptor en el primero y el sistema nervioso motor en el segundo, con la maravi­llosa complejidad de tales sistemas.
   El aprendizaje humano (intelectual) es inmensamente más complejo que el animal o nervioso. Es consciente, gra­dual, voluntario, sistemático, responsable y libre.
   En él entra en juego la inteligencia, facultad específica y exclusiva del hombre, la cual existe en raíz desde los primeros momentos de la vida; pero se desarrolla a medida que el hombre ma­dura.
   El aprendizaje de los contenidos abstractos (conceptos, relaciones, teorías, sistemas ideológicos, doctrinas, etc.) exige el ejercicio de la inteligencia ya madura, capaz ya de abstraer y relacionar, juzgar y argumentar, sintetizar y generalizar. Las operaciones psicológi­cas implican el suficiente desarrollo del hombre y posibilitan el aprendizaje a su nivel superior. En este nivel es donde se sitúan los aprendizajes de contenidos religiosos.
   En la educación de la fe hay que dar importancia a los aprendizajes, pues los mensajes religiosos: doctrinas, mandamientos, acciones cultuales, se fundamentan en informaciones concretas, que provienen de Dios (Revelación) o que están en la Escritura sagrada (inspira­ción) y son transmitidas por la Iglesia (tradición) y anunciadas a los hombres (evangelización).
   La catequesis no es sólo enseñanza y por lo tanto no busca únicamente el aprendizaje, de cualquier tipo que se quiera considerar. Es vida, es testimonio, es actitud, es educación de la fe. Por ello se precisa enseñar y aprender algo más que datos: a vivir, a rezar, a servir, a amar, lo que supone asimilar los ejemplos y asumir los sentimientos para ajus­tar la vida a modelos adecuados.
   Hará bien el catequista en no simplifi­car la acción catequética a la simple transmisión de informaciones religiosas. Ten­drá que lograr que el catequizando "a­prenda" a vivir y no se limita a conser­var y repetir la información adquirida.       (Ver Inteligencia, Memoria, Voluntad)