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Los grandes ateos de la Historia, sobre todo influyentes en la cultura moderna, han sido muchos y de muy diferentes talantes y orientaciones. En catequesis, que no es filosofía ni literatura, no interesan en su dimensión humana, pero sí en cuanto pueden influir con sus criterios y a través de la belleza de sus estilos literarios.
En el siglo XVIII nace el ateísmo moderno, científico, calculador y sistemático. Por su eco social y sus influencias resaltan Diderot, Helvetius y La Mettrie, a través de la Enciclopedia francesa. Se llamaron a sí mismos "ilustrados" o modelos de luz contra la ignorancia y el "oscurantismo de la Iglesia".
En el siglo XIX surgen ateísmos autodenominados científicos: el evolucionista de K. Darwin, el socialista de Carlos Marx y F. Engels, el positivista de A. Comte, el literario y patológico de Federico Nietzsche o el violento de Bakunin o de Trotsky.
En el XX influyó el ateísmo radicalmente materialista de W. U. Lenin, de B. Russell y de J. P. Sartre, aunque se divulgaron muchos otros científicos que se jactan de su increencia al estilo de S. Freud, R. Carnap, de J. Monod, y centenares de nombres más. De todos ellos se aprende muchos elementos luminosos de las ciencias respectivas, pero queda el arduo interrogante de saber por qué, siendo luminarias del saber humano, no llegaron a saborear la luz divina. En Catequesis, sobre todo en ambientes juveniles e intelectuales, son temas vivos que reclaman respuestas, orientaciones, planteamientos transparentes y valientes cuya respuesta ayuda a las opciones religiosas personales firmes. (Ver Dios 9.3.2)
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