Autonomía
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     En general, es la suficiencia para tomar decisiones personales o colecti­vas y la capacidad de prescindir de apoyos o ayudas ajenas. La autonomía es una cualidad de la persona madura, así como la hateronomía o dependencia es un rasgo de inmadurez, salvo que sea vo­luntaria y por motivos superiores.
    Religiosamente la persona tiende a adquirir la autonomía que exige la madu­rez de cada momento y en cada materia. El niño no es autónomo, pero el adolescente y el adulto tienden a serlo y antes o después lo consiguen.

El educador de la fe debe acompañar con su acción el desarrollo de esa tendencia de modo que no se desordene y se convierta en autosuficiencia o en rebeldía, en anarquía o en insubordinación. Pero que tampoco debe dete­nerse por actitudes de inmoderada sumi­sión, de credulidad o de temor