Autoridad
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Es la capacidad de mando, superiori­dad o ascendiente que se posee en referencia a un grupo humano que se muestra dependiente y sumiso.
    Hay autoridad natural, impuesta por exigencias de la naturaleza (padres, maestros, poderes públicos) y la hay artificial (imposición, coacción)
    Hay formas de autoridad convenientes e incluso imprescindibles (familia, escuela, sociedad) y las hay inconvenientes (manipulación, prepotencia, opresión)
    La autoridad es una exigencia de la naturaleza humana y el hombre deja de ser hombre social si se niega a someter­se a la que se ejerce dentro del orden y de la conveniencia.
    El educador debe forma a las personas para aceptarla y para ejercerla, según la situación en que se halle cada uno. Y no hay mejor forma de preparar­se para ejercerla que la aceptación oportuna y gozosa de ella cuando se es dependiente por edad, cultura, trabajo o voluntad propia.
    La autoridad tiene que ver con el 4º Mandamiento de la Ley de Dios y se halla en la entraña del cristianismo. Dios quiso la autoridad natural de los padres y de cuantos hacen sus veces, quiso la autoridad en la sociedad por el hecho creacional y quiso la autoridad al elegir al pueblo de Israel: culto, gobernantes.
   El mismo Jesús quiso una autoridad en su Iglesia, designando Apóstoles (Mt. 10.2; Lc. 9.1); y poniendo al frente de ellos a Pedro (Mt.16.18).
    Educar en la autoridad es una necesi­dad imperiosa en el orden natural y en el orden religioso de la revelación. Lo contrario, negar la autoridad, es anarquis­mo, difícilmente compatible con el Evangelio.