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Literalmente es "decir bien" o "desear bienes" en el contexto hebreo. Bíblicamente alude al gesto de desear beneficios humanos y divinos a la persona a la que se "bendice". En la Historia se ha usado con frecuencia en ámbitos religiosos y en culturas profanas.
Cuando la bendición está avalada por alguien con carácter jerárquico (padres, reyes, autoridades), o por autoridades religiosas (sacerdotes, profetas), la bendición adquiere un sentido religioso.
Especial significado bíblico tiene la bendición del padre moribundo a los hijos, a quienes se transmite con ella su espíritu y su testamento (Abraham,.. Isaac, Jacob... Gn. 27. 48 -12 y 49. 25)
En el pueblo cristiano, al igual que en los monoteístas, hinduistas, budistas y mahometanos, la bendición se halla teñida de sentido religioso o de presencia divina y de invocación eficaz de la protección celeste. La Historia eclesial, como la bíblica y también la evangélica, están llenas de bendiciones: invocaciones, buenos deseos, plegarias, aspersiones, ofrendas y reclamos sagrados.
Entre los cristianos se suele acompañar la bendición de la señal o gesto de la cruz (bendición sacerdotal, bendición papal, bendición cuaresmal...) y afecta tanto a las personas como a los objetos o incluso a los tiempos especiales.
En sentido negativo, se puede decir todo lo contrario de la maldición, o gesto y palabra de recriminación. Por eso conviene educar en el máximo respeto a este sentido de transmisión y comunicación de beneficios materiales y espirituales. Y es preciso desmitificar muchos de estos gestos, a fin de reducirlos a sus verdaderas dimensiones.
Con frecuencia las personas malformadas consideran las palabras de los moribundos más allá de la prudente interpretación o temen las maldiciones y los sortilegios como fuerzas mágicas cercanas al encantamiento.
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