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Se conoce con esta palabra al cántico del gratitud y alabanza del sacerdote Zacarías, cuando nació su hijo Juan el Bautista. Se expresa la alegría de la venida del precursor del Mesías y se anuncia que ha llegado la salvación para el pueblo de Israel y para la humanidad entera.
Es un cántico admirable recogido en Lucas 1. 65-78, al igual que los otros del mismo Evangelio: Magníficat (Lc.1. 46-56) y Nunc dimittis (Lc. 2. 28-32). Responde al estilo literario y al espíritu bíblico de esta primera parte del Evangelio de Lucas: resonancias cristocéntricas, alusiones a los Profetas, eco de una comunidad cristiana primitiva que se halla expectante ante la figura de Jesús y la referencia al Dios providente.
Tiene dos partes:
- La primera (vs. 68 a 75) es rememorativa y refleja la alabanza a Dios por haber bendecido a su pueblo, por haberle liberado y por la fidelidad divina a la promesa hecha a Abraham, cuyo cumplimiento se inicia con el nacimiento del niño precursor del Mesías.
- La segunda es premonitoria (vs. 76-77). Se dirige al niño y le presenta como mensajero del Mesías. Con ello se cumplirá la promesa de la visita del Señor.
Ambas partes resaltan, por su resonancia profética, el nuevo estadio de la salvación que se inicia y el cumplimiento de todo lo anunciado por los profetas
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