Carnaval
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   Tiempo de dos a cuatro días que pre­cede a la cuaresma. El nombre le viene ya de la Edad Media. Se comenzó con fiestas populares, rayanas en las orgías, de alguna forma tole­radas por la autoridad, pero eco de celebraciones paganas y de supersticiones y mitologías.
  Se identificó con la "despedida de la comida de carne", prohibi­da, o res­trin­gida, durante el tiempo si­guiente.
   Es muy posible que su origen tuviera que ver con las fiestas romanas de "las bacana­les", mantenidas en diversas tradiciones populares de Euro­pa. Siempre tuvo carácter profano y sensual, aprovechando sus promotores, sobre todo en los siglos XVIII y en XIX, para excesos y abusos, bajo la cobertura de máscaras y disfraces que daban colorido y anonimato a los desórdenes.
   En los tiempos presentes la idea licenciosa que subyace es que en "carnaval hay que aprovechar". Se tiñe de formas materialistas y hedonistas. En consecuencia, es preciso formar la conciencia cristiana de los jóvenes sobre los abusos que tales festividades implican.
   La gula, la embriaguez, la violencia o la lujuria, muchas veces acompañan estas tradiciones y las definen éticamente.

 


 
 
 

 

 

   

 

 

Cada carnaval es una fiesta. Las fiestas triunfan siempre
 porque el hombre por naturaleza es un ser festivo y diversivo.
 Hay que saberle entender como lo que es.