Celo
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   Es un ardiente deseo de que salga adelante una empresa y de que se asegure el bien de una persona o comunidad. El celo es afectivo, pero evidentemente compromete también la inteligencia para planifica mejor y la voluntad para empeñarse en algo. Religiosamente el celo se ha entendido siempre como una entrega especial e intensa por el triunfo de las cosas que tiene que ver con Dios y con su Reino.
   En este sentido tiene una base bíblica abundante. Unas veces se atribuye el celo a Dios: Ex. 20.4; Ex. 34.14; Jos. 24. 19. Muchas de las referencias aluden al deber de trabajar y actuar por Dios: Deut. 4. 24; 1 Rey. 14.22; Salm. 78.58. En los Profetas el celo de Yaweh y por Yaweh aparece insistentemente: Ez. 39. 25; Rey. 10.16; Is. 48.8; Is. 9.1-6; Joel 2.18; Sof. 3.8.
   El celo es un rasgo especialmente necesario e interesante en catequesis. El catequista no puede actuar de forma conveniente sin una dosis elevada de celo; pues, si carece de ella, las dificultades le pueden y el desaliento le aminora la acción. En la medida en que el celo le domine, la supe­ración de todos los obstáculos se hace posible, incluso fácil.
   Pero es necesario ver también el celo como un objetivo de educación cristiana. La educación de la fe tiene que conducir a la madurez, es decir a provocar el deseo de comunicar a los demás lo que uno recibe. Es precisamente el celo lo que mueve a todo cristiano bien formado y consciente de sus dones sobrenaturales a compartir con los demás y a buscar el bien ajeno.