Se conoce con este nombre al hombre procedente de Cirene, de nombre Simón, padre de Alejandro y Rufo (Mc. 15.16) que fue obligado a llevar la cruz de Jesús, al ver los soldados su estado de debilidad extrema. (Lc. 23. 26)
Desde entonces el nombre genérico de "cireneo" quedó como sinónimo de hombre bueno que ayuda a otro a llevar sus dificultades.