Clausura
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    Lugar cerrado y reservado de los monasterios o conventos masculinos y femeninos, al que sólo tienen acceso los miembros de la comunidad, quedando prohibida, a veces con fuertes penas canónicas, el ingreso de seglares o de personas ajenas. Históricamente la clausura tuvo una importancia grande, por ser la salvaguarda de la espiritualidad conventual.
   En ocasiones la clausura fue un símbolo de la “fuga mundi” (huida del mundo a la soledad), que se hacía modelo de vida y signo de entrega a Dios. Se tendió a establecer monasterios o conventos de clausura en medio de la sociedad normal para recordar a todos la vocación a la trascendencia y la necesidad de la renuncia, de la fortaleza y de la oración.
   Sólo así se la puede seguir entendiendo hoy, cuando se contemplan en los conventos los signos del aislamiento que siguen impresionando a los visitantes: rejas, tornos, saludos, muros, plegarias, trabajo, pobreza, testimonio evangélico.
   Todavía la ley de la Iglesia la mantiene en vigor. (C.D.C. cc. 667.2 y 3) y las tradiciones monacales se encargan de conservar sus símbolos: