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En su doble dimensión: como capacidad intelectual para recibir intelectualmente un contenido, y como virtud moral de aceptar con tolerancia las conductas ajenas, es una realidad en educación.
Tiene que ver mucho con la educación de las personas y de sus motivaciones profundas. Precisamente el ideal de la educación es hacer al hombre capaz de aceptar a los demás y de entender lo que le rodea. Lo contrario es el integrismo, el rigorismo, la incomprensión.
El Evangelio está tejido de tolerancia y de compasión. Tiende por su propia esencia a fomentar la comprensión de los seguidores de Cristo y a disponer a las personas para que sean acogedoras, compasivas y fraternales con lo demás. Es preciso enseñar a los hombres a "perdonar no siete veces, sino setenta veces siete." (Mt.18.22)
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