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Término introducido por Paolo Freire en sus escritos y que se refiere a la necesidad de que los pueblos, como las personas, tomen conciencia de su situación para salir adelante en sus problemas y resolver sus necesidades.
Es la fuerza motriz para una "educación liberadora". Si los grupos humanos, como las personas, no se hallan concientizados de sus situaciones no puede asumir sus responsabilidades y se contentan con tolerar modelos ajenos de educación. Esa educación "bancaria", burguesa, capitalista, consumista, da cultura prestada o importada, no propia y liberadora.
Existen tres formas de concientización: mágica, ingenua y crítica. La primera produce personas crédulas, supersticiosas; la segunda las hace dóciles, pasivas; la tercera promueve el que sean reflexivas, prácticas, personales.
Sólo esa tercera concientización, la crítica, genera acción transformadora y es la única solución a largo alcance para los pueblos y para las personas.
Lo que se dice en general, también se debe aplicar a la educación religiosa. Una fe sin conciencia crítica se reduce a credulidad, incluso llega al fetichismo. En la fe cristiana se admite el misterio porque Dios lo ha revelado. Pero no se asume sin más cualquier devoción o teoría porque otros la proclamen o las autoridades religiosas la recomienden. Es la conciencia del hombre libre la que, asumido el misterio por autoridad divina, condiciona la acción humana liberadora.
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