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La idea de concierto es sinónima de concordancia, de armonía y de avenencia. Encierra idea de paz. La usamos en castellano con una dimensión social, en cuanto se llega a un acuerdo en un conflicto o disensión. Y en el terreno musical en cuanto se hace una ostentación de armonía entre instrumentos sonoros que producen efectos admirables de arte y creatividad.
Los musicales se convirtieron en el Renacimiento (siglos XV y XVI) en verdaderos actos de piedad, en Italia llamados oratorios, que produjeron un arte selecto semejante en efectos a los producidos por el lenguaje de la pintura y de la escultura, de tanta influencia en la promoción religiosa.
La primera obra que se publicó con el titulo de "Conciertos de Iglesia" perteneció a Ludovico de Viadanas, en 1602. Después se multiplicaron las composiciones musicales en esta dirección: Corelli, Vivaldi, Tartini, Viotti, Sebastián Bach, Schumann, Beethowen, fueron sus cultivadores.
Para los amantes de la Historia de la música, sobre todo de la música sagrada, los "Conciertos espirituales" de París, celebrados en la Academia Real de la Música desde 1725, fueron gestos artísticos admirables que duraron todo el siglo e hicieron de contrapeso sutil a la arrogancia de los enciclopedistas. Duraron hasta la revolución del 1789.
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