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 La Confirmación es un sacramento por el cual  el bautizado es colmado de gracias por el Espíritu Santo a través de la  imposición de manos y de la unción del santo crisma. Es el signo sensible de  una plenitud sobrenatural, que se expresa con la invocación al Espíritu Santo  a quien se reclama para que invada con sus dones el alma y planifique la obra  de la santificación iniciada por el Bautismo en Cristo Jesús.
 Santo Tomás desarrolló ampliamente la  Teología de la Confirmación. La definió: "Sacramento por el que se  concede a los bautizados la fortaleza del Espíritu." (Summa Th. III. 72. 1). Por eso se la mira como el  signo que otorga la plenitud y profundiza la gracia del Bautismo.
 - En la Confirmación se refuerza por dentro al cristiano, con todo el cúmulo de las  riquezas sobrenaturales, de virtudes y de dones espirituales.
 - En el exterior de su alma, el confirmado  se siente lanzado al servicio de la Iglesia y al testimonio de la vida que  exige el mensaje del Evangelio.
 Jesús quiso establecer este sacramento  suplementario, no complementario, del Bautismo. Es decir al Bautismo nada le  falta, no necesita complementos. Pero Dios quiso variedad y abundancia de  medios, de añadiduras; por ello hablamos de suplementos.
 Como los demás sacramentos, tiene por misión  el otorgar al cristiano la gracia. Pero su peculiar misión es dar la plenitud  de la entrega a Cristo.
    
 1. Su  sacramentalidad
    Es de fe cristiana que es distinto, verdadero  y propio sacramento. El Concilio de Trento lo proclamó así: "Si alguno  indica que la Confirmación es superflua, por no ser verdadero sacramento, debe  ser condenado." (Denz. 871). Salía así al paso de la "Confesión  de Ausburgo", redactada por Felipe Melanchton y por Lutero en 1530. (Art.  13. 6) Mas tarde, algunos racionalistas, como  Harnack (1851-1930) en "Historia de  los dogmas", volverían a negar que tal sacramento hubiera existido al  principio; y lo miraron como simple ceremonia desgajada del Bautismo en los  primeros siglos cristianos.
 Pero la Iglesia exploró y clarificó lo que  de la Confirmación había en las Escrituras y en la Tradición y declaró de  forma continua, y cada vez más clara y clarificadora, la doctrina cristiana  sobre la Confirmación.
   1.1. En la Escritura   En la Escritura apenas si aparece como signo explícito. Pero se multiplican las  referencias a la confirmación de la fe por el Espíritu Santo. Y abundan las  palabras y los gestos que hacen pensar en la presencia divina en los signos de  Jesús que aluden al fortalecimiento del a fe en sus seguidores.Por eso se puede admitir que en la Escritura  sólo hay algunas pruebas indirectas de que Cristo constituyó un sacramento  diferente del Bautismo.
 Alguna referencia incluso se halla en el  Antiguo Testamento. Los Profetas preanunciaron que el Espíritu de Dios se  derramaría sobre toda la redondez de la tierra, como señal de la época  mesiánica de la salvación. (Joel 2. 28, Is. 44. 3-5; Ez. 39.  29)
 Y en los Evangelio se refleja con más  precisión que Jesús prometió a sus Apóstoles la llegada de la fuerza del  Espíritu: Jn. 14. 16 y 26; 16. 7; Lc. 24. 49; Hech. 1. 5). Incluso se dice que  el Espíritu abarcaría a todos los seguidores de los Apóstoles: Jn. 7. 38.
 En el día de Pentecostés se cumplió esa  promesa con abundancia en todos los presentes: "Quedaron todos llenos  del Espíritu Santo; y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según que el  Espíritu Santo les movía a expresarse." (Hech. 2. 4)
 Después consta que los mismos Apóstoles se  lo transfirieron a los otros discípulos que se fueron agregando. Y lo  hicieron, sobre todo, con la imposición de las manos, incluso a los que ya estaban  bautizados y eran ya miembros de la comunidad de los seguidores: "Cuando  los Apóstoles, que estaban en Jerusalén, oyeron cómo había recibido Samaria  la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y Juan, los cuales, bajando, oraron  sobre ellos para que recibiesen el Espíritu Santo, pues aún no había venido  sobre ninguno de ellos; sólo hablan sido bautizados en el nombre del Señor  Jesús. Entonces les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo."  (Hech. 8. 14)
 San Pablo impuso las manos a unos seguidores  recién bautizados; y "al imponerles Pablo las manos, bajó sobre ellos  el Espíritu Santo, y hablaban lenguas y profetizaban". (Hech. 19. 6)
    1. 2.  Prueba de la Tradición
    La sacramentalidad de la Confirmación no fue siempre igualmente interpretada por los cristianos. La  manifestación del Espíritu Santo por la imposición de las manos, se podrían  explicar de diversas formas sin aludir a un "sacramento" semejante al  Bautismo.Y, de no haberse mantenido la interpretación  de la   Tradición de la Iglesia, sobre su existencia, no hubiera sido señal de una institución  sacramental concreta. Pero la realidad histórica es que la Iglesia entendió esa presencia como fruto de un gesto sensible y es preciso  reconocer su fuerza argumental y aceptar la sacramentalidad que, por voluntad  divina, posee la Confirmación.
 Santo Tomás fue el que más resaltó esa  permanente enseñanza de la Iglesia como argumento. Enseñó que Cristo instituyó  el sacramento de la Confirmación, (”non exhibiendo, sed promittendo”), “no  haciendo un gesto suyo como el del Bautismo, sino prometiendo enviar el Espíritu  Santo” y dando a sus Apóstoles la capacidad para conferirlo a otros seguidores.  (Suma Th. III 72. 1 ad  1).
 Tertuliano ya lo había explicado diez siglos  antes de Sto. Tomás: "No hemos recibido   en el agua al Espíritu Santo, sino que en el agua... nos purificamos y  nos disponemos para recibirlo luego ... Por eso, al salir del baño bautismal,  somos ungidos con unción sagrada... Se imponen las manos, llamando e invitando  al Espíritu Santo por medio de una bendición." (Del Bautismo 6 y 7)
 Y S.  Cipriano (+ 258) comentaba en este sentido: "Ente nosotros ocurre que  aquellos que han sido bautizados en la Iglesia son conducidos a los que presiden  la Iglesia y, por nuestra oración y nuestra imposición de manos, reciben el  Espíritu Santo y son consumados por el sello del Señor." (Epist. 73.  9)
    
 
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 2. El  signo sensible     El signo sensible de la Confirmación es el  doble gesto de la unción con el crisma y de la imposición de las manos, reclamando  la plenitud del Espíritu sobre el confirmando.Las palabras que acompañan son la invocación  del Espíritu Santo con la invocación sobre esa venida divina. El ritual  católico de la Liturgia de la confirmación indica: "Recibe por esta  señal el don del Espíritu Santo."
    2.1. La materia    No existe ninguna definición dogmática de  la Iglesia sobre la materia o elemento sensible esencial del sacramento de la  Confirmación. Las opiniones de los teólogos están divididas a este respecto y  la práctica litúrgica también: -   Unos, invocando el testimonio de la Escritura (Hech 8. 17; 19. 6; Hebr.  6. 2), defienden que estrictamente el gesto de la Confirmación es la imposición  de la manos por el ministro.
 -   Otros, por el contrario, reclaman la unción del santo crisma como lo  importante y ofrecen en su favor algunas explicaciones tradicionales de la  Iglesia, como el Decreto llamado de los Armenios de Eugenio IV del 22 de  Noviembre de 1439 (Denz. 697), en donde se explicita que el signo es la  unción. A esta tendencia parecen inclinarse las expresiones del Concilio de  Trento (Denz. 872), el Catecismo Romano, llamado de S. Pío V (II 3, 7), y la  tradición de la Iglesia griega que resalta la unción y no la imposición de las  manos.
 - Y no faltan quienes sospechan que los dos  elementos, en cuanto gestos sensibles, son los propios signos; y que, incluso,  cualquiera de los dos por separado es suficiente para significar la gracia  divina que se concede. Sea de ello lo que fuere, lo importante es que hay  sacramento, precisamente por haber signo sensible y por responder al plan  divino de conferir una gracia de plenitud y una vinculación singular al  Espíritu divino.
 Se puede considerar como enseñanza común de  la Iglesia que el signo está en la unión de ambos actos o gestos, de forma  inclusiva más que superpuesta. En favor de esta opinión se pueden invocar  algunos hechos históricos antiguos, como la fórmula de fe impuesta a Miguel Paleólogo  en el Concilio de Lyon en 1245; en ella se enumera la imposición de manos y la  unción con el santo crisma como elemento del rito de la confirmación. (Denz.  450)
 En  los tiempos recientes se recoge la dualidad del signo en el Catecismo de la Iglesia Católica, aunque se resalta el gesto de la unción (Nº 1290 y 1293): "El  Obispo extiende las manos sobre los confirmandos, gesto que desde tiempo de  los Apóstoles es el signo del don del Espíritu Santo. Sigue luego el rito esencial,  que es la unción del santo crisma, hecha imponiendo la mano y diciendo las  palabras: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo." (Nº  1300)
    2.2.   La forma    Las palabras del Confirmación son aquellas  que acompañan a la imposición de las manos y a la unción del santo crisma. Y  recogen la intención del Ministro de conferir la fortaleza en la fe, mediante  la invocación al Espíritu Santo.En la liturgia latina se dice esta doble  expresión: "Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo".  Para luego añadir: "N..., yo te signo con esta señal de la cruz y te  confirmo con el santo crisma en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu  Santo".
 Pero  las diversas liturgias han diversificado las expresiones y los modos de  invocación. En el Oriente antiguo se solía decir: "Yo te unjo con este  santo óleo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
 Lo cierto es que la fórmula, incluso la  referencia a la Trinidad, no constituye lo esencial de este Sacramento, sino  que es la intención de expresar la comunicación de la señal de la fe.
 Unos escritores antiguos resaltan más la  acción individual, sacramental, de conferir el Espíritu Santo al confirmando.  Por eso miran la unción como soporte claro de las palabras de la Confirmación.  Otros escritores resaltan la acción comunitaria o eclesial y por eso ensalzan  más el gesto de la imposición de las manos a todos los que se confirman.
   
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    |  |       3. Los efectos.     Los efectos son profundos en el alma del  que recibe este sacramento: el Espíritu Santo con sus dones, las gracia y  amistad divina, la plenitud de la fe en cuanto regalo celeste y cierta consagración  a la vida de apostolado, es decir a dar a los demás las riquezas que uno mismo  ha conseguido. Algo en este Sacramento queda para siempre en quien lo ha  recibido, que no puede volver a repetir el sacramento: lo llamamos carácter.Y en ocasiones se manifiesta hasta  visiblemente la energía espiritual que el confirmando recibe en su alma.  Se manifiesta en los mártires, en los  apóstoles que ejercen su ministerio en condiciones difíciles, cuando se han de  atravesar situaciones de especial dificultades, y acaso en tiempos de  persecución y cuando se ha de luchar con personas enemigas y opuestas el  mensaje cristiano."
 S. Pablo nos aclara el significado del  sacramento: "Dios es quien nos confirma en Cristo, a nosotros junto  con vosotros. El nos ha ungido con su Espíritu Santo." (2 Cor. 1.21)
    3.1. La gracia santificante    La mayor gracia santificante y amistad  divina es el primero de los efectos. Tradicionalmente se habló, sobre todo, de  la comunicación del Espíritu, pues se entendía que la gracia era donación  inicial del Bautismo. Lo que hace la confirmación es fortalecer y profundizar  lo antes iniciado. Por eso la Confirmación era posterior siempre al Bautismo.Aumentar la gracia quiere decir que se  ahondan las raíces en que se sustenta: el amor, la amistad divina; y quiere  decir que se fortalece el espíritu humano: la inteligencia (conocimiento) con  luces; y la voluntad (opciones) con nuevas fuerzas. Lo que se quiere decir es  que la vida divina, que fluye como regalo al alma, aumenta sorprendentemente.
 El regalo de la gracia es tan sublime como  misterioso, y es tan real como sobrenatural. Sólo con la luz de la fe se puede  sospechar lo que hay de enriquecimiento en este sentido.
    3.2. La presencia del Espíritu    A la gracia santificante acompañan los dones  del Espíritu Santo y las virtudes infusas o regaladas al alma, al igual que en  el Bautismo. Al decir dones del Espíritu, se presupone que la Tercera divina  Persona se establece en el ama santificada de manera muy especial.La venida del Espíritu Santo ha sido siempre  un reclamo especial de la Iglesia, pues para ella es tan fundamental la figura  de Jesús que la inició en su vida terrena, como la presencia del Espíritu  Santo, que la lanzó al mundo con su venida sensible en Pentecostés.
 Por eso, si la ascesis cristiana dio siempre  importancia al Bautismo como enlace inicial con Cristo, autor de la salvación  de los hombres, no menos ha insistido en todos los tiempos en la necesidad de  que el Espíritu Santo resida en las almas de los fieles. Precisamente el Sacramento  de la Confirmación se asocia con la plenitud del Espíritu y con la transformación  de los corazones de los fieles.
    3.2. El efecto específico.     Entre los dones, el que mejor refleja la  presencia del Espíritu y define lo que es el Sacramento es el de fortaleza, don  que dispone para la lucha contra el mal y contra los enemigos de la salvación.  El que ha recibido el Espíritu está dispuesto a proclamar su fe en el amor de  Dios, se abre a los demás para compartir su riqueza y se siente dispuesto a  defender su fe incluso con el martirio. Lo más "específico o propio" de la  Confirmación es precisamente esa fortaleza en la posición de la fe. Los que  han recibido la confirmación cuentan con una energía sobrenatural especial para  mantener sólida la fe y para comunicar a los demás con entusiasmo lo que con  plenitud han recibido.  Por eso la  Confirmación plenifica la gracia recibida en el Bautismo y, de alguna forma, la  proyecta a la comunidad creyente a la que se pertenece.
 El Sacramento dispone, pues, a dar  testimonio de Cristo, como hicieron los primeros cristianos (Hech. 1. 5). Es  misterioso el cómo esto se consigue. En lo humano, tiene que ver con la  firmeza y persuasión que se apodera del corazón y de la mente del que ha  recibido el Sacramento. En lo sobrenatural, pertenece al misterio de las  almas, pero verdaderamente existe y, en ocasiones, se manifiesta en los  creyentes con portentos, sin que se pueda decir más.
 
 3. 3. Imprime carácter.
    La confirmación es uno de los tres sacramentos  que deja grabada el alma con un sello indeleble, que es el carácter. Quiere  ello decir que el que ha sido confirmado, lo seguirá siendo toda la vida y toda  la eternidad. No es un escalón más en el camino de la fe. Es un nuevo estado  lo que se genera con este Sacramento. Es como la confirmación de la fecundidad  espiritual, cualidad que no se tiene todavía en el Bautismo. El carácter de la Confirmación no es igual que el del Bautismo, aunque sean de la misma naturaleza  sobrenatural. No es una renovación del sello bautismal. Es misteriosamente una  señal diferente: el Bautismo abre los ojos a la fe; ilumina la mente. La Confirmación consolida la voluntad ante la grandeza del don recibido.
 Esto lo enseñaron los Padres antiguos.  Decía S. Cirilo invocando el Espíritu: "Que Él [Dios] os conceda por  toda la eternidad el sello imborrable del Espíritu Santo, que es  singular." (Procat. 17)
 La Iglesia  ortodoxa, en la práctica, niega ese carácter del sacramento y por eso vuelve a  confirmar a los que se han ido a otra religión y regresan a su seno. Por  ejemplo, la rusa reconfirma a los que se han hecho judíos, paganos o mahometanos.  La griega, incluso a los que se han hecho católicos o protestantes. Pero esta  costumbre reciente contradice su misma tradición, que siempre vio en este  Sacramento un reforzamiento indeleble del Bautismo.
        |  |  |        4. Necesidad de la confirmación    La Iglesia siempre ha enseñado que la  Confirmación, a diferencia del Bautismo, no es necesaria para salvarse. Pero sí  lo es para llegar a la madurez. Por eso se puede mirar la Confirmación como un  sacramento de adultos en la fe, no de niño en el espíritu. 
    4.1. Para la comunidad    Se puede considerar como sacramento  necesario para la Iglesia. Sin en  ella no hay cristianos fecundos, la esterilidad se apodera del cuerpo y  languidece.Por eso se ve la Confirmación como una garantía de superación de la muerte espiritual, al igual  que acontece en el orden natural con los aspectos biológicos de la sociedad.  Si en la humanidad no hay fecundidad, desaparece. Si en la Iglesia no hay fortaleza, agoniza.
 Así pues, Cristo ha instituido la confirmación  con una dimensión comunitaria. Es un don para la Iglesia: por eso en ella hay  santos, sabios, mártires, misioneros, héroes. Sin la plenitud del Espíritu  Santo, la Iglesia no habría tenido una "historia" tan brillante en el  mundo. Por eso decimos que la Confirmación es un sacramento de plenitud  eclesial.
 Esa plenitud estuvo anunciada por Cristo en  diferentes ocasiones: "Os he destinado para que deis fruto y lo deis en  abundancia." (Mt. 10 16; Jn. 15. 20)
    4.2. Para el individuo     El bautizado puede obtener la salvación sin  haber recibido la Confirmación. Pero no puede llegar a la perfección espiritual  sin ella. Por eso interesa que adquiera conciencia de la grandeza que le  proporciona no sólo el recibir el sacramento, sino el descubrir y vivir sus  grandes dones sobrenaturales.Al igual que acontece con la vida natural,  en donde se sobrevive con sólo lo mínimo de alimento, pero no se llega a la  perfección y a la salud, a la sabiduría, a la elegancia y a la fuerza contra  las adversidades, en lo espiritual la confirmación es conveniente para crecer  en la fe y en el amor.
 Precisamente por eso no es obligatoria como  puerta de entrada en la fe. Pero es muy conveniente como fuente rica de gracia  para crecer en el espíritu.
 La Iglesia la considera obligatoria para  recibir el Orden Sacerdotal, pues entiende que el sacerdote debe ser fuerte  para ayudar al prójimo; y la considera muy aconsejable para elegir un estado de  vida de especial entrega: matrimonio, profesión religiosa, entrega misionera,  catequesis, educación de la fe. etc.
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    |  |      5. El  ministro    Siendo la confirmación un sacramento de  plenitud, es lógico que el administrado de ese signo sea quien ejerce una función  eclesial de autoridad.    5.1. El ministro ordinario    El ministro ordinario de la confirmación es  únicamente el Obispo, en cuanto ocupa el ministerio del mayor servicio en la  Iglesia y es sucesor de los Apóstoles directamente. En los tiempos medievales hubo quien se  oponía a la autoridad de los Obispos, como era el caso de los valdenses, wiclefitas  y husitas; negaban que ellos tuvieran ninguna misión de confirmar a los demás.  En los tiempos actuales hay, incluso en la Iglesia, personas que miran con recelo las autoridades eclesiales, como si de  dignidades terrenas se tratara y no de servidores del Pueblo de Dios. También  miran con recelo el que sean ellos los encargados de confirmar la fe de los  hermanos y prefieren atribuir este ministerio a la solidaridad de la comunidad  o al apoyo de la mayoría.
 Ni los antiguos ni los recientes antijerárquicos,  aunque sean presbíteros o evangelistas de vanguardia, captan lo que es el  ministerio de la autoridad y, en consecuencia, lo que vale este sacramento de  la plenitud cristiana.
    5.2. El ministro extraordinario    Cuando no es posible confirmar desde el  Orden jerárquico, es usual en la Iglesia delegar esa función en otra persona  que pueda ser también significativa de la plenitud de la fe que el sacramento  representa.La condición que pone la Iglesia es que  el reemplazante del Obispo sea un  "sacerdote" de autoridad manifiesta y de virtud probada, y que  proceda en nombre de la autoridad apostólica del Obispo que le delega esa  función.
 Desde 1947, por decisión de Pío IX, esos  sacerdotes significativos deben ser los párrocos en primer lugar y ocasionalmente  los que hacen labor pastoral de tales: vicarios, ecónomos, administradores  parroquiales o sacerdotes, que por diversos motivos ejercen el ministerio en  lugares sometidos a su exclusiva atención pastoral. Esto suele acontecer en  zonas misionales y cuando la presencia del Obispo se hace difícil o remota, en  virtud de las circunstancias.
    5.3. En la Iglesia Oriental    En el Oriente se estableció desde antiguo  que la confirmación fuera unida a las ceremonias del Bautismo. Todavía hoy se  administrara al mismo tiempo que el agua de la regeneración. Por ello el  ministro ordinario es y fue el mismo sacerdote que bautiza, aunque es  preferible que sea el mismo Obispo, si es posible, el administrador de ambos.Nada hay que objetar a esta práctica  inveterada que merece el respeto de todo lo que es plural en la Iglesia extendida  por el mundo. Pero siempre es recomendable que el creyente que llega a cierta  plenitud de juicio y de fe, se haga consciente de su dignidad.
 Por eso, también en las Iglesias orientales,  es preciso ayudar al creyente, al terminar sus años infantiles e iniciar su  madurez eclesial, para que se haga consciente y responsable de su significación  eclesial. Aunque el mejor camino es un buen Catecumenado de confirmación,  también se pueden seguir otros cauces catequéticos, pedagógicos y espirituales.
   6. El  sujeto     La Confirmación sólo puede ser recibida por  quien ha sido bautizado y sólo debe ser aprovechada por quien sabe lo que hace,  es consciente de su situación de madurez y libremente elige ese don para  aumentar su plenitud cristiana.La costumbre de confirmar a los niños desde  muy pequeños también se mantuvo en Occidente durante muchos siglos. Pero, como  el fin del sacramento es confirmar la plenitud de la fe, se fue orientando la  praxis pastoral a retrasar su recepción hasta la llegada de la conciencia plena  de la dignidad del cristiano. Por eso, desde el siglo XIII en Occidente ya se  demoró la recepción del sacramento hasta el uso de razón, entre los 7 y 10  años. Y en los tiempos actuales se prefiere el inicio de la juventud, cuando el  hombre y la mujer adoptan ya posturas firmes ante la vida: estudios,  relaciones, profesión, compromisos y creencias.
 Es bueno que el sujeto, si ha tenido antes  una buena iniciación catequética, se halle ya en la situación de advertir su  dignidad cristiana y sea capaz de superar el egocentrismo infantil con las  posturas altruistas del amor humano y divino. Se recomienda, con todo, que, si  un párvulo se halla en peligro de muerte, se le administre la confirmación, ya  que además de sacramento de plenitud, también lo es de gracia, de fortaleza y  de riqueza espiritual.
   |  |  |   7.  Catequesis de Confirmación     Cuando un cristiano llega a cierta madurez  de fe, se da cuenta de que tiene que hacer algo por los demás. Entonces se hace  reflexivo en su vida cristiana y siente la necesidad de comunicar a los otros  la riqueza de su espírituLa Confirmación se presenta como el Sacramento que recibe el cristiano en este  momento de tránsito a la madurez inicial. Se puede, en cierto sentido, decir  que el Bautismo es Sacramento de iniciación en la vida cristiana y la Confirmación es consolidación proyectada hacia los demás. No es  teológicamente exacto, pero catequísticamente es práctico. Por eso, los  catecumenados confirmacionales tienden a fortalecer los compromisos eclesiales,  del mismo modo que las catequesis bautismales buscan la ilustración de la fe  más personal.
 No deja, por ello, de ser la Confirmación un signo de predilección divina, un regalo singular, al estilo  del que manifestaban los primeros cristianos cuando recibían con gozo al  Espíritu Santo y se lanzaban por el mundo a proclamar el Reino de Dios. Esto  requiere cierta disponibilidad y clara conciencia por parte de quien lo va a  recibir. Y ello implica tres disposiciones básicas
 La primera es disposición de firmeza en  Jesús. Esto significa que el Sacramento de la Confirmación es un vínculo profundo con Jesús. El mismo es quien lo instituyó. Y  El mismo fue quien mandó a sus Apóstoles confirmar la fe de sus hermanos. A  Pedro le dijo: "Cuando te conviertas, confirma en la fe a tus hermanos." (Lc. 22.33 y Jn. 21.18).  Por eso la Confirmación se ha llamado el "sacramento de los fuertes".
 La  segunda es la fidelidad al Espíritu Santo. Implica dar respuesta positiva a las  invitaciones que de El proceden para hacer el bien, para practicar la virtud,  para cumplir con el deber, para vivir conforme a las consignas del Evangelio. "Hijos  de Dios son los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios" (Rom. 8.  23) Es también llamado el "Sacramento de los fieles."
 Y la tercera es la apertura a los demás por  amor a Dios. Cuando el cristiano se da cuenta de lo que posee como regalo de  Dios, advierte que debe compartir su riqueza interior con los demás. Entiende  los que dice Jesús: "Dad gratis lo que gratuitamente habéis recibido."  (Mt. 10.8). Por eso se siente comprometido a trabajar por los demás. Y es  capaz de hacerlo de forma generosa y desinteresada: "No llevéis oro ni  plata ni alforja para el camino. El que trabaja, merece vivir de su trabajo. (Mt.  10.9)
    7.2.  Catecumenado de Confirmación    El Catecismo de la Iglesia Católica indica a quien quiere recibir la Confirmación: "La preparación para la Confirmación debe tener como meta conducir al cristiano a una unión íntima con  Cristo, a una familiaridad más viva con el Espíritu Santo, su acción, sus  dones, sus llamadas, a fin de poder asumir mejor las responsabilidades  apostólicas de la vida cristiana. Por ello la catequesis de la Confirmación se esforzará por suscitar el sentido de la pertenencia a la Iglesia de Jesús, tanto a universal como a la comunidad parroquial." (Nº 1309)Los catecumenados confirmacionales son formas  privilegiadas de ahondar en el mensaje de Jesús. Se han extendido en los  tiempos recientes, sobre todo para preparar a los jóvenes a una mejor vida  cristiana, los estilos y los programas de confirmación orientados a renovar la  vida bautismal, acción conveniente al llegar a la edad en que se hacen otras  opciones vitales.
 Deben ser mirados con singular esmero, pues  son plataformas de gracia y de formación. La responsabilidad de estos  catecumenados debe ser compartida por toda la comunidad cristiana: padres,  pastores, educadores y, sobretodo, los mismos jóvenes que pueden hacerse más  del don de la gracia y de la presencia del Espíritu Santo en sus vidas.
 Quien quiera vivir en plenitud su dignidad  cristiana necesita una buena preparación, la cual va más allá del sacramento.  No basta mejorar la instrucción religiosa. Es preciso reforzar la vida  cristiana: la de caridad, la de oración, la de generosidad eclesial.
    7.3.   Plan de formación catecumenal    Los catecumenados confirmacionales son de  muchos tipos, según las circunstancias: edad, duración temática, intención,  organización, etc. Es una oportunidad catequética singular de formación y de  vida cristiana. Algunas consignas pedagógicas pueden ser las siguientes:- Se debe preferir la edad oportuna para esta  formación. Los 15 a 17 años parecen los mejores años  para un buen planteamiento personalizado de  vida religiosa.
 - Reclama este catecumenado compromisos  serios, conscientes y con intención de permanencia. Esa edad es buena para  conseguir esos objetivos.
 - Debe ser un catecumenado más vivencial que  teológico y conviene apoyarlo más en el Evangelio que en las doctrinas o en  la explicación de normas morales.
 - Precisa catequistas preparados, abiertos,  tolerantes, responsables y sobre todo testimoniales y firmes. No se hace más  que una vez en la vida. Todos los que entran en juego tienes que estás  persuadidos de su responsabilidad.
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    |  |   RITO DE LA  CONFIRMACIÓN    *   Presentación de confirmandoDespués del Evangelio, el Obispo (los  presbíteros) se sienta. El párroco o un presbítero presenta al Obispo a los  confirmandos. Si es posible, se llama a cada uno por su nombre. Sube al  presbiterio. Si los confirmandos son niños, les acompaña uno de los padrinos o  sus padres
 Se   puede presentar a los confirmandos con palabras parecidas a éstas:
 Estos niños (o jóvenes) fueron bautizados con  la promesa de que serían educados en la fe. Y de que un día serían confirmados.  Como responsable de la catequesis, tengo la satisfacción de decir a la comunidad  aquÍ reunida, y a su pastor nuestro Obispo, que estos niños ya han recibido la  catequesis adecuada a su edad.
  *  Homilía  o ExhortaciónEl Obispo hace  una breve homilía, explicando las lecturas a fin de preparar a los  confirmandos, a sus padres y padrinos y a toda la asamblea defieres a una mejor  inteligencia del significado del a Conformación
   *   RENOVACIÓN DE LAS PROMESAS DEL BAUTISMO
 Formulario 1
 -   ¿Renunciáis a Satanás y a todas sus obras y acciones?
 -  Sí,  renuncio.
 -   ¿Creéis en Dios Padre todopoderoso, creador  del cielo y del a tierra?
 - Si, creo
 -  ¿Creéis en  Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que nació de Santa María Virgen, murió,  fue sepultado, resucitó de entre los muertos, está sentado a la derecha  del Padre?
 - Si,  creo.
 -  ¿Creéis  en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que hoy os será comunicado de un modo singular  por e! sacramento de la Confirmación, como fue dado a los Apóstoles el día de  Pentecostés?
 - “Si creo”
 - ¿Creéis en la santa Iglesia  católica, en la comunión de los Santos, en el perdón de los pecados, en la  resurrección de los muertos y en la vida eterna?
 - Sí, creo.
 A  esta profesión de fe asiente el Obispo proclamando la fe  de la Iglesia:
 - Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la  Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, nuestro Señor.
 *   IMPOSICIÓN DE MANOSSe avisa a los confirmados así:
 “Después de la profesión de fe  de los confirmandos, el Obispo, repitiendo el mismo gesto que usaban los  apóstoles, va a imponer las manos sobre confirmandos, pidiendo al Espíritu  Santo que los consagre como piedras vivas del Iglesia.  Nos unimos a su plegaria”
 El Obispo, tiende a sus lados a los  presbíteros presentes, de cara al pueblo dice:
 “Oremos,  hermanos, a Dios Padre todopoderoso y pidamos que derrame su Espíritu Santo  sobre estos hijos de adopción, los cuáles renacieron ya a la vida con el  Bautismo y para que ahora la fortaleza del Espíritu y la abundancia de sus  gracias, haga de ellos imanten perfecta de Jesucristo.”
 Dice la oración:
 “Dios  todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que regeneraste por el agua y  el Espíritu Santo a estos siervos tuyos y los libraste del pecado. Escucha  nuestra oración y envía sobre ellos al Espíritu Santo Paráclito. Llénalos del  Espíritu de Sabiduría y de inteligencia, de consejo y de fortaleza, de ciencia,  de piedad y de temor. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor”
 Todos.  Amén
 * CRISMACION
 Se les dice a los presentes
 “Hemos  llegado al momento culminante de la celebración. El Obispo los impondrá la  manos y los acercará con la cruz gloriosa de Cristo para señalar  que son propiedad del Señor. Los ungirá con  óleo perfumado. Ser crismado es lo mismo que   ser Cristo, ser Mesías. Y eso significa tener la misma misión de Cristo  que fue dar testimonio de la verdad, por medio de las buenas obras,  y ser fermento mundo.”
 Seguidamente el diácono presente  acerca al Obispo a los confirmandos, o bien  el mismo Obispo, pasando ante cada uno de ellos, y les unge diciendo:
 N, recibe por esta señal el  Don del Espíritu Santo.
 El confirmando dice: Amen
 Después de unas palabras finales de animación, se  concluye el acto con la oración final y la bendición de los presentes
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