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Actitud de la inteligencia o de la persona entera de quedarse estática ante la consideración de un misterio, de una figura religiosa, de un valor espiritual. Esa actitud puede ser intelectual o afectiva, sin sea fácil dilucidar su naturaleza a no ser que la experiencia acompañe.
Es término frecuentemente empleado en ascética y en mística, cuyos cultivadores consideran la "contemplación" como una reflexión interior por la que el hombre se acerca a los misterios divinos y se siente transformado por ellos.
El concepto suele apoyarse en términos bíblicos que aluden a la relación con Dios y con sus misterios, sobre todo en el texto de San Juan: "La vida eterna consiste en "contemplarte" (conocerte) a Ti, solo Dios verdadero y a Jesucristo a quien has enviado." (Jn. 17.3)
Esa contemplación es, en San Juan, de naturaleza intelectual (ginosko), interior, estática; pero también se expresa de forma "observativa", de naturaleza activa, mirada, inquisidora (blepo o ze-oreo) en otros textos: Jn 1.32; 17.24; Hech. 7.56; 1 Jn. 1.1; 1 Jn. 4. 12.
La piedad cristiana siempre consideró la contemplación como un grado excelente de la oración. Y entendió la vida contemplativa como un camino para la unión con Dios y para la entrega a los demás de las riquezas contempladas. ("Contemplari et aliis tradere contemplata", de los medievales).
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